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La escasez

Hoy más que nunca se requiere trabajar con esfuerzo por la inserción de nuestro país en las grandes cadenas mundiales de suministro.

26 de junio de 2022 Por: Vicky Perea García

Desde hace varios años el mundo viene experimentando muchas formas de escasez. Algunas de ellas se asocian con el cambio climático, otras con la pandemia del 2020 que alteró en el mundo las cadenas de suministro y, más recientemente, la explicación que se da es la guerra de Rusia en Ucrania.

Pero hay otras formas de agotamiento de recursos. Por ejemplo, en Alemania y en otros sitios de Europa hay aguda escasez de arena, lo cual se ha venido remediando con grandes importaciones de este insumo provenientes del Sahara. El emblemático río Po que cruza el norte de Italia se está quedando sin agua y por ende, la fertilidad del valle circundante declina.

La arena proviene de la erosión de suelos y el agua del Po de la fluidez de los glaciares. Sin embargo, lo que más hiere la razón humana es que sean nuestros mismos congéneres los que creen agudas situaciones de escasez. Tal es el caso de Rusia, país que de manera inexplicable resolvió el 24 de febrero de 2022 atacar a Ucrania, su vecino del oeste.

Se sabe que Rusia es uno de los mayores productores de hidrocarburos en el mundo y que su principal cliente venía siendo Europa Occidental. Tan pronto se extendió la guerra en Ucrania, los rusos comenzaron a utilizar el recurso energético como arma de presión. Ya los norteamericanos habían advertido a Europa que su dependencia del petróleo Ruso era demasiado grande. Ahora China está haciendo una fiesta con el petróleo que los rusos no pueden vender: los chinos lo están comprando a unos precios muy favorables.

El insondable Vladimir Putin ha demostrado ser un suministrador muy poco confiable. Las válvulas que conectan a Rusia con Europa se han comenzado a cerrar según las conveniencias o caprichos del gobierno de Putin. Como consecuencia de toda esta situación, está el encarecimiento general de insumos y bienes en todo el mundo.

Pero la escasez sobreviniente también ha afectado el mercado mundial de alimentos. Decenas de buques cargados de granos, cereales y aceite de girasol esperan en los puertos de Ucrania para obtener el permiso que los invasores rusos den para zarpar. Mientras tanto, una enorme hambruna comienza a aflorar en los países más pobres del África. Este es el entorno mundial en el cual ha sido elegido presidente de Colombia Gustavo Petro. Sus pasos y los del gobierno que va a formar deberán tener en cuenta todos los riesgos que se ciernen sobre nuestra economía. Así, jugar con el recurso energético es francamente irresponsable, pues si de algo nos debemos preciar los colombianos es de nuestra holgura en materia de suministro de petróleo y sus derivados.

Hoy más que nunca se requiere trabajar con esfuerzo por la inserción de nuestro país en las grandes cadenas mundiales de suministro. Cada que un proveedor de las zonas en conflicto detiene o disminuye su capacidad de producción, países como Colombia deben estar listos para reemplazarlo. Nuestra privilegiada posición geográfica es una bendición para defendernos en el mundo, tal como se ven venir las cosas. La mezcla de productos agrícolas y minero-energéticos debe ser conservada e impulsada en la medida de lo posible.

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Posdata. Al nuevo presidente Petro solamente le pedimos respuestas a cuatro preguntas: ¿Conservará un talante democrático? ¿Se rodeará bien? ¿Cómo hará para cumplir todas las promesas que hizo? ¿De dónde obtendrá los fondos?

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