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Errores de cálculo

Puede decirse que la Historia es una serie interminable de errores de cálculo.

27 de agosto de 2017 Por: José Félix Escobar

Puede decirse que la Historia es una serie interminable de errores de cálculo.

Luis XVI se equivocó en materia grave cuando creyó que las multitudes que rugían en las calles de París preparaban una nueva asonada, cuando lo que se venía era una enorme Revolución. Y los Borbones españoles calcularon muy mal las revueltas que en varios lugares de su imperio colonial comenzaron a producirse: no se trataba de alzamientos locales sino de un gran movimiento emancipador americano.

Hay errores de cálculo que han representado grandes avances para la humanidad. Cristóbal Colón salió a buscar una nueva ruta hacia el oriente asiático y se encontró en la mitad un continente desconocido. Pero hay otros errores que con el paso del tiempo parecen imperdonables. De la segunda mitad del Siglo XX quedará para el recuerdo la gigantesca transferencia de poder económico que los Estados Unidos hicieron a China cuando le cedieron al gigante asiático la manufactura.

Por supuesto que hubo economistas–topos que celebraron como una gran hazaña el abaratamiento general de costos que trajo en los años 60 y 80 a la transferencia de la actividad manufacturera hacia China. Mejoraron ciertamente los balances anuales de muchas empresas, pero en geopolítica esos movimientos representaron un descomunal error de cálculo. La primera potencia del planeta contribuyó a crear, entre el alborozo de los analistas de corta visión, un enorme rival que hoy le planta cara en casi todos los aspectos de la vida.

China es en la actualidad el mayor acreedor de los Estados Unidos. Su acceso a las patentes y a la tecnología occidentales la han convertido en una indiscutible potencia. De la simple nación manufacturera, China ha pasado a ser una gran desarrolladora de avances científicos. Incluidos los militares. El ejército chino se moderniza todos los días sin que la oposición política (allá inexistente) pueda cuestionar el armamentismo.

El gigante asiático ha dado pasos que parecían impensables. Los chinos se han propuesto remodelar la geografía mediante la construcción de grandes islas artificiales en el mar meridional de China que generan justa preocupación entre los países vecinos.

Las repercusiones de la gran migración de la manufactura hacia el oriente asiático han comenzado a sentirse con fuerza en el día a día de los países occidentales. Como se vio en la pasada campaña electoral norteamericana, miles de obreros reclaman ahora sus puestos de trabajo, sacrificados en aras del dios mercado.

Pero no solamente los errores de cálculo se presentan a nivel global. En nuestro vecindario en agosto de 2010 el Presidente Santos, recién llegado a su cargo, procedió con gran bombo mediático a calificar a Hugo Chávez Frías como su “nuevo mejor amigo”. La verdad es que la Venezuela chavista nunca fue un país leal con su vecina Colombia. Incluso puede decirse que desde la época anterior a Chávez, los políticos venezolanos no mostraban especial simpatía por nosotros.

El silencio y la complacencia mostrados por Santos hacia la barbarie que se incrementaba cada día en Venezuela, ha venido a producir una situación que en agosto de 2010 fue mal calculada por el gobierno de Colombia. El empeoramiento progresivo de la situación de Venezuela ha traído miles de migrantes del país vecino que hoy compiten con nuestros compatriotas por cualquier vacante laborar.

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