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El gran horror

El mundo prácticamente no reaccionó ante el aniversario número 75 del final de la Segunda Guerra Mundial en los campos de batalla europeos.

17 de mayo de 2020 Por: José Félix Escobar

El mundo prácticamente no reaccionó ante el aniversario número 75 del final de la Segunda Guerra Mundial en los campos de batalla europeos. El gran horror que representó la segunda gran guerra de alcance global ocurrida en el Siglo XX, se puede calibrar al comprobarse que aún hoy no se conoce con exactitud la cifra de víctimas. Se cree que murieron entre 50 y 60 millones de personas, confirmando así que las pestes y las guerras se han encargado de controlar el número de seres humanos a través de la historia.

Todos los dedos acusadores apuntan a Alemania como el gran causante de la guerra de 1939. Los historiadores miran hacia atrás a 1870 como el año en que se desarrolló en el pueblo germano una peligrosa adoración por el belicismo. El gran pueblo alemán, cuna de filósofos, músicos y científicos de primer renombre se enfermó del virus de la guerra tras la victoria de Prusia sobre Francia en 1870. Se colaron en el ADN alemán peligrosas impurezas ideológicas como la creencia en la superioridad del pueblo ario.

La gran y triste novedad de la Segunda Guerra Mundial fue la eliminación de los límites entre combatientes y población civil. Los ataques se volvieron indiscriminados y los seres comunes y corrientes se convirtieron en blancos militares. Las armas aéreas tuvieron mucho que ver en las masacres de civiles. Noche tras noche durante varios años, la aviación alemana bombardeó la población de las ciudades inglesas.

Los aliados replicaron en la misma forma y durante muchos días los aviones británicos y norteamericanos arrojaron miles de toneladas de explosivos sobre las ciudades alemanas. El más conocido es el ataque arrasador a la ciudad de Dresde: en febrero de 1945 más de mil bombarderos aliados arrojaron una verdadera lluvia de fuego y explosivos que prácticamente arrasó la ciudad. Se cree que en solo dos noches de bombardeo murieron 25.000 civiles alemanes.

Pero el más grande horror fue el que descubrieron al final de la guerra las tropas aliadas: varios campos de concentración en los cuales los nazis instalaron una siniestra industria de la muerte para eliminar opositores políticos, prisioneros de guerra, gitanos y sobre todo millones de judíos. Nada ni nadie justificará jamás esta masacre. El desprecio por el valor de la vida llegó a límites inimaginables.

Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial han llegado hasta nuestros días. Los europeos concluyeron en que la rivalidad entre franceses y alemanes tenía que finalizar. Este entendimiento dio origen a la Comunidad Europea que es hoy modelo de unión supranacional. La Organización de Naciones Unidas se convirtió después de 1945 en el foro donde se discuten sin acudir a la guerra las grandes rivalidades.

Si bien 1945 no trajo la paz definitiva, solamente dos grandes guerras regionales se presentaron con posterioridad a esa fecha: la de Corea y la de Vietnam. La humanidad comenzó a entender que la letalidad de los armamentos modernos podía comprometer incluso la supervivencia de nuestra especie en el planeta. De allí que los nuevos conflictos, grandes y pequeños se tratan de solucionar mediante el diálogo.

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Parafraseando al Lord Acton, se puede afirmar que el poder es adictivo y el poder absoluto es absolutamente adictivo. Ojalá tanta autoridad que ordena, regula y reprime, se modere y tenga en cuenta que gobernar no es simplemente mandar.

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