El caso Sri Lanka
Colombia genera menos del 1% de los gases de efecto invernadero y solamente la histeria de los ambientalistas extremos es la que quiere traernos el caos a valor presente.
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16 de oct de 2022, 11:50 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:13 p. m.
A este país insular del Asia lo atacaron varias plagas y epidemias, como al resto del mundo. Pero la peor de todas fue la acometida de los ideólogos, entendido este término como aquellos individuos que quieren acomodar el mundo real dentro de los límites de sus conceptos y prejuicios.
Los gobernantes de Sri Lanka se dejaron colonizar por las ideas de la agricultura orgánica llevada al extremo. Resolvieron prohibir el uso de fertilizantes y pesticidas y copiaron modelos de agricultura minimalista, como la que se utiliza en algunas zonas de Uganda. Las semillas que se sembraron fueron orgánicas, muchas de ellas cultivadas en las pequeñas granjas de los agricultores.
Los resultados del experimento fueron poco menos que catastróficos. El no uso de fertilizantes y pesticidas elevó considerablemente los costos y el valor del producto final al consumidor. En el mes de julio la gente explotó. Las multitudes arremetieron contra el palacio de gobierno y el presidente ecologista tuvo que salir en desbandada con todo y su ideología orgánica.
Este ejemplo es valioso para varios de los actuales ministros. La primera aludida es la ministra de Minas y Energía. Por supuesto que el mundo está preocupado por los efectos contaminantes de los combustibles fósiles, pero no es cierto que el problema va a estallar en los próximos cuatro años. Colombia genera menos del 1% de los gases de efecto invernadero y solamente la histeria de los ambientalistas extremos es la que quiere traernos el caos a valor presente. El mundo civilizado sitúa alrededor del año 2050 el cambio de matriz energética a una sin dependencia del carbono.
Es preciso seguir viviendo dentro de un mundo que nos ha traído desarrollo y también contaminación. No pasa de ser una memez la afirmación de que Colombia debe suspender los contratos de exploración de hidrocarburos. Es un grave pecado económico atentar contra la mayor fuente de ingresos y divisas que hoy tiene nuestro país, como son el gas y el petróleo. Hasta el exministro Rudolf Hommes, quien se fue del campo de la sindéresis pero que ya está regresando, ha criticado este absurdo.
También el caso de Sri Lanka debe ser observado con mucha atención por la actual ministra de Salud. Criticar por criticar siempre es la forma más insensata de buscar un cambio. La señora ministra ha cargado contra las EPS y sin rodeos propone su eliminación. De su pasado aguerrido dan fe sus encontronazos con prestantes académicos del país, como el exministro Guillermo Ruiz y su actual compañero de gabinete Alejandro Gaviria.
Damos por descontado que el sistema de salud colombiano tiene defectos, pero los prejuicios ideológicos no alcanzan a desvalorizar un par de ejemplos, de mi entorno, que pongo a la consideración de la doctora Corcho. A la madre de un cercano colaborador, mujer de escasos recursos, le acaban de practicar en Cali por gestión de su EPS un trasplante de corazón. El valor promedio de una operación de este tipo es de US$50.000, cifra totalmente fuera del alcance de la paciente y que fue sufragada por nuestro sistema de salud.
Otra colaboradora, nacida en Nariño, me dice que es totalmente normal en el sur de nuestro país que la gente del Ecuador venga a Colombia a vincularse aquí al sistema sanitario tan cuestionado por la ministra Corcho. En Cúcuta los venezolanos saben que nuestro sistema de salud sí funciona.

Doctor en Jurisprudencia del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Abogado en ejercicio. Colaborador de EL PAÍS desde hace 15 años.
6024455000