¿A qué jugamos?

El mes de diciembre fue saludado en el Valle de Aburrá con un despliegue inusitado de pólvora, en la famosa ‘alborada’ que ya es tradicional en esa zona del país.

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

13 de dic de 2020, 11:50 p. m.

Actualizado el 24 de may de 2023, 12:45 a. m.

El mes de diciembre fue saludado en el Valle de Aburrá con un despliegue inusitado de pólvora, en la famosa ‘alborada’ que ya es tradicional en esa zona del país. Todo a pesar de la prohibición expresa de las autoridades, pues el manejo indiscriminado de la pólvora ha demostrado ser causa constante de quemaduras y hasta de muertes. Los fuegos artificiales se utilizan indebidamente en casi todo el país. Cali no es la excepción y la reciente ‘noche de las velitas’ fue demostración ostensible.

En Colombia se repite por doquier el desacato generalizado a las ‘órdenes’ de las autoridades. Las advertencias sobre la peligrosidad del Covid-19 son ignoradas por vastos sectores de la población. Rumbas y fiestas por todas partes. Tapabocas inexistentes, aglomeraciones peligrosas, medidas sanitarias insuficientes. ¿Será esta la ‘desobediencia civil’ que pregonan en sus propagandas los sindicalistas del sector educativo?

Los gobernantes tampoco ayudan. Incluso la incoherente alcaldesa de Bogotá prohíbe ciertas aglomeraciones y fomenta otras, sobre todo las que tienen como trasfondo su proselitismo político. A propósito de la doctora López ¿cuándo abandonará su fea costumbre de lanzar infundios no demostrados como el que acaba de esgrimir contra Enrique Peñalosa?

Cali no se escapa a las contradicciones de las autoridades, las que contra viento y marea han decidido gastar 21 mil millones en ferias virtuales e iluminaciones motorizadas en épocas de una terrible pandemia. Es imperioso que los gobernantes recuperen la credibilidad de los ciudadanos, pues no se puede estar cambiando a cada rato de horarios y restricciones.

¿A qué estamos jugando? ¿A disolver el orden democrático? Carece de presentación que algunos jueces se lancen, cabalgando sobre los poderes derivados de las tutelas, a imponer sus criterios individuales por sobre las competencias de otras autoridades. El reciente episodio en el cual un funcionario judicial conminó al Ministerio de Salud a restablecer una prueba para viajeros aéreos, demuestra que la que necesita una reparación urgente es la institución de la tutela.

Dejemos de jugar a la desintegración. Hay que prevenir a la sociedad colombiana sobre la proliferación de propuestas ilusorias, fantásticas e irreales que comienzan a lanzarse en esta época indudablemente preelectoral. Las gentes de bien están en el deber de desoír los llamados irresponsables de personajes como los Gustavos (Petro y Bolívar) quienes parecen reeditar el viejo lema revoltoso de que ‘cuanto peor, mejor’.

A la agitación electoral se suman las incomodidades provenientes del tratamiento a la pandemia, lo cual refuerza la percepción de que estamos en época de crisis. El connotado periodista francés Jean-Marie Colombani advierte que, “desgraciadamente, en tiempos de crisis la demagogia suele ser lo que mejor funciona”.

* * *

En la reciente y espuria elección parlamentaria de Venezuela, se escuchó decir: “El que no vota no come”. “Al que no vote lo botan”. Estos vergonzosos aportes de Diosdado Cabello y de una alta funcionaria del chavismo a la historia de la infamia política, demuestran que la vergüenza se ha apoderado del régimen de Maduro. Cada día que pasa el chavismo se aleja más de la democracia y su subsistencia es un problema de alcance universal, que la comunidad internacional está en el deber ineludible de solucionar.

Doctor en Jurisprudencia del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Abogado en ejercicio. Colaborador de EL PAÍS desde hace 15 años.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Jose Felix Escobar