Templando el espíritu

De la misma manera pienso en el ajusticiado más famoso, a quien no se le dio oportunidad de defensa, y que fue condenado a la peor pena existente en su tiempo: la cruz, junto con dos verdaderos vándalos, ladrones, salteadores de caminos.

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14 de jul de 2021, 11:45 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 07:09 a. m.

En un documento denominado ‘Samaritanus Bonus’, del (22.09.2020) elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, aprobado por el papa Francisco y dirigido a los fieles, sacerdotes, cuidadores y familias, el Vaticano reiteró y establece como enseñanza definitiva que la eutanasia es un crimen contra la vida humana, que no se puede aplicar en ninguna ocasión y circunstancia y lo considera como una deshonra a la “civilización humana”.

Siendo dura la posición de la Iglesia frente a lo que hoy en día se debate por los Estados y las instituciones legales ante lo que es el sufrimiento y el dolor producto de la vulnerabilidad humana, el organismo Vaticano, guardián del dogma, advierte sobre la necesidad de evitar el uso de “tratamientos desproporcionados y deshumanizantes”, gracias a las nuevas tecnologías.

Por supuesto que este documento ‘Samaritanus Bonus’ evoca al prójimo mal herido que cayó en manos de salteadores, a quien dejaron casi muerto en el camino, y cómo muchos pasaron junto al caído y nadie le socorrió y solo un samaritano que era de la oposición, es decir del pueblo judío en este momento histórico, fue el que le tendió la mano, para ayudarle en la recuperación de la vida que se le escapaba.

De la misma manera pienso en el ajusticiado más famoso, a quien no se le dio oportunidad de defensa, y que fue condenado a la peor pena existente en su tiempo: la cruz, junto con dos verdaderos vándalos, ladrones, salteadores de caminos. En semejante agonía, extenuante y dolorosa, uno de ellos le incita a que use el camino fácil, para que se libere del sufrimiento y así abre el camino a los demás que pasan por lo mismo y es cuando vienen a mi memoria las imágenes tan dolorosas del final de vida del papa Juan Pablo II, y su respuesta: “No lloren por mí, yo estoy alegre”, que a su vez me recuerda la ideología espiritual de las artes marciales, que dice: “En el dolor se templa el espíritu”.

Me queda un interrogante cuando pienso en las protestas y bloqueos de nuestra Patria que aumentaron el sufrimiento y el dolor que ya traíamos con la pandemia y que eran las causas de la explosión violenta que por tantos años de represión de la dignidad de los ciudadanos se había acumulado y hoy hacen eclosión ante la sociedad para que definitivamente les pusiéramos cuidado y respondiéramos a ese nuevo estilo de relaciones en nuestra sociedad y que anunciaba su nacimiento.

Es templando el espíritu, fortaleciendo el alma, recuperando la dignidad del hombre, asumiendo la realidad y mirando con verdadero sentido de fe, así como usando proporcionadamente y humanamente las herramientas que nos llevan a remar a todos en la misma dirección, como podremos reconstruir el tejido social que nosotros mismos hemos roto.

Sacerdote, párroco en María Madre de la Iglesia en Vipasa y Prados del norte, fue director del Centro de Investigaciones de la Arquidiócesis de Cali, profesor de Teología en el Seminario Mayor San José de Panamá, y párroco en Buga y en Cúcuta. Escribe para El País desde 1999

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