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“Paz a esta casa”

Para el papa Francisco esa casa es cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente, con sus características propias, con su historia; es sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación.

10 de enero de 2019 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Esa es la propuesta del papa para los gobernantes de todos los pueblos, costumbre iniciada en el año 68 por Pablo VI y hoy continuada por Francisco al iniciar el año 2019 y que envía su mensaje tomando el pasaje de San Lucas (10,5-6); afirmando que, sí, la misión de la iglesia es llevar a la casa a donde entren, por parte de todos sus discípulos, ese don de la paz.

Para el papa Francisco esa casa es cada familia, cada comunidad, cada país, cada continente, con sus características propias, con su historia; es sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación.

Pero sobretodo es nuestra casa común: es el planeta en el que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos obligados a cuidar para vivir mejor. Su mensaje hoy se dirige a los habitantes de esa casa.

Centrado en el “desafío de una buena política” es consciente, como lo expresa tomando las palabras del poeta ‘Charles Peguy’, que la paz es como la flor que florece en medio de las piedras de la violencia y por eso invita a todos los que se encuentran en ella a que usen ese vehículo para construir ciudadanía y no para buscar el poder a cualquier precio, porque eso es lo que lleva al abuso, a la injusticia, a la corrupción, se alejan del verdadero sentido de servicio a la comunidad humana, de tal manera que lo podría ser la expresión más sublime de la caridad cristiana, la convertimos en instrumento de opresión, marginación, incluso hasta llegar a la destrucción.

La invitación del mensaje de este 2019, es a esa nueva política y nuevos políticos para que entiendan que si quieren ser los primeros, los honorables, que sean los últimos de todos, que no tengan privilegios, más de lo que tiene la población que los eligió, y que sean verdaderamente los servidores de todos: (Mc. 9,35).

Es un llamado desafiante a los políticos de hoy a convertir su actuar en un nuevo sentido de política, asumir la responsabilidad y la función política en un verdadero servicio permanente de protección a cuantos viven en el país y de trabajar sin cesar para construir las condiciones para un futuro digno y justo.

Si la política se lleva a cabo en el respeto fundamental por la vida, por la libertad y por la dignidad de las personas, puede convertirse ahí sí, en una forma eminente de hacer real la caridad cristiana, base para una auténtica fraternidad y lograr el verdadero sentido humano que nos merecemos todos los ciudadanos de un país.

Afirma que desgraciadamente los vicios se encuentran junto a las virtudes a consecuencia de la ineptitud de los políticos, restando así la credibilidad a los diversos sistemas en los cuales se hace presente y en ello la corrupción.

Por eso la buena política protege la participación de los jóvenes y la confianza en el otro, así cada uno aporta su propia piedra para la construcción de la casa común y así construiremos: primero la paz con nosotros mismos, teniendo dulzura con nosotros mismos, para dar así dulzura a los otros; segundo con el otro: hay que acercarse al otro, abrir sin miedo los espacios, es mi hermano, no es un enemigo, es un semejante a mí; y por último: respeto por la creación, paz con el mundo, mi casa planetaria, custodiar la creación. Ser ciudadanos artífices de un futuro mejor.