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La dirección de la marcha

Nuestra invitación para Navidad y para recibir el año 2018, es a vivir espiritualmente estos días en los cuales nos demos la oportunidad de recibir y aceptar esa experiencia que nos transforme desde adentro y podamos ser constructores de la Paz verdadera que es estable y duradera.

19 de diciembre de 2017 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Cerca ya del final del año 2017 y a las puertas del 2018 se hacen encuestas y se señalan personajes y acontecimientos que movieron y también que se proyectan para lo que viene. Sin duda uno de ellos es Francisco, quien coloreó con su sencillez en su discurso, recuerda a los líderes populares que llegan al corazón del humilde y que con sus palabras despierta la imaginación en la mente y en el corazón, para llenar de alegría en la esperanza a la humanidad con su mensaje fresco, que como su mentor, de la misma manera lo hace en las periferias existenciales del mundo. Ese es el Papa que enjuicia con sus palabras llenas de significado evangélico a la Iglesia actual, colocándola en la perspectiva y dirección en marcha hacia la Iglesia pobre y para los pobres, según su Maestro.

Se dio a conocer sin pretender hacer lobby, en las reuniones que preparaban el ‘conclave’, cuando en su corto mensaje a sus hermanos allí reunidos les habló de la Iglesia que hace parresía para salir de sí misma, deja de ser esa institución que se autorreferencia, envuelta en los narcisismos de las dignidades y prestancias, donde se refleja el jerarca príncipe, político, diplomático y administrador, olvidando que su deber es prestar un servicio al Bien Común, y para ello debe oler a oveja.

Entiende en su corazón que la mejor expresión de la caridad cristiana se ve en el trabajo político para alcanzar la dignidad y la inclusión del ser humano y para eso comprende que debe luchar, enfrentarse con la mundanidad que es astuta como el demonio, que como lo decía últimamente es bien educado y con el cual no se puede dialogar porque siempre nos ganará la partida y nos llevará a caer en esa gangrena que está corrompiendo a la sociedad y acabando con la persona, las instituciones, el presente y el futuro de la humanidad, cual es la corrupción, que no es otra cosa que el pecado que se manifiesta en todas sus formas y nos hace sentir a todos vulnerables, necesitados de un verdadero médico o liberador que nos señale los caminos de la vida, la salud, en la justicia y en la verdad, para lograr alcanzar la Paz estable y duradera.

Por eso su gran reforma se centra en el cambio de actitud, en la conversión del corazón, en la aceptación humilde de la imperfección que es la consecuencia de la presencia del pecado en nuestras vidas, y por eso tiene claro que las reformas no se hacen desde afuera para adentro; con cambiar las cosas, pero no cambiando las personas, no se llega al objetivo esencial, debido a ello es que el cristianismo del papa Francisco es entendido sin proselitismo, sino con el testimonio de vida, abierto a todos los enfermos, a los pecadores, a los alejados de la luz, del centro, los que se han visto privados del amor y de la misericordia del Padre, por eso sus radio de acción es mucho más amplio que la Iglesia, es Cristo y hacia él hace girar toda su acción.

Debido a que es muy claro y en ello está de acuerdo con su antecesor el papa Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino con el encuentro con un gran acontecimiento, con una persona, que da un nuevo horizonte a la vida y con ello una orientación decisiva”; por eso nuestra invitación para Navidad y para recibir el año 2018, es a vivir espiritualmente estos días en los cuales nos demos la oportunidad de recibir y aceptar esa experiencia que nos transforme desde adentro y podamos ser constructores de la Paz verdadera que es estable y duradera.