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En la encrucijada del cambio

Si no detenemos este proceso de indiferencia, desinformación y desencanto ante lo político, eligiendo verdaderos líderes que le presten un servicio al Estado, en ello a todos los asociados, donde estén por encima el Derecho, la Justicia, la representatividad y la constitucionalidad, tendremos más que el fin de la historia o el choque entre civilizaciones

15 de octubre de 2017 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Entendida la Democracia como ese sistema político que defiende la soberanía del pueblo y a su vez el derecho de las gentes a elegir y controlar a sus gobernantes, ¿podríamos pensar que los pueblos hoy en día consideran esta organización efectiva, para que les brinde las garantías políticas y sociales necesarias que se incentivaron desde la revolución francesa: “Libertad, Igualdad, Constitucionalidad, Representatividad”?

El fenómeno de la abstención que se da en los pueblos y tocando especialmente a Colombia, donde el potencial votante en unas elecciones decide no acoger su derecho en un promedio de entre el 50% y el 60%, es indicativo de sus falta de confianza, credibilidad, utilidad y en definitiva que ya no espera de ella, ver resultados positivos para su vida.

Los políticos son los que ejercen la política y que hacen realidad o no la democracia si cumplen con el noble ‘servicio al Bien Común’, por lo cual los electores han confiado en ellos para que los representen y decidan a su favor ante el Estado.

Historiadores como Toymbee, periodistas, literatos, filósofos como Bauman, Fukuyama, Huntington, Cortina, preocupados por la decadencia de las culturas, las sociedades, los principios y valores, la ignorancia de la ética, que han dado paso a la corrupción en todas las instituciones y en las personas, hacen un llamado a la renovación del hombre, en su educación y formación, dentro de las instituciones básicas y fundamentales de toda sociedad, como lo son la familia y la escuela, para que limpiando de raíz todo el mal que se ha multiplicado hasta manifestarse en esta indiferencia e incredulidad por los sistemas políticos reinantes; claman por la renovación total de la política y de los sistemas económicos que permitan en verdad la inclusión de todos los seres humanos.

Decía un estudio de estos días sobre el avance mundial, de algo que parecía localizado y de una pequeña cultura, como es la música actual y centrada en el reggaetón, que su expansividad se debía a ser expresión de lo cotidiano, de la vida de la gente, del sentimiento del pueblo, y que así era que lograba la captación y la identificación del ser real y común; así los fenómenos políticos de Estados Unidos, Filipinas, Venezuela, Francia, que usaron en sus discursos y publicidad el despertar las emociones escondidas o silenciadas de los ciudadanos y darles salida y expresión como la cultura del reggaetón en estos nuevos políticos, donde los hechos no eran más importantes que las emociones; esa es la cultura de la postverdad que se ha implantado en la manera de suscitar la atención de las masas y que se impone.

Si no detenemos este proceso de indiferencia, desinformación y desencanto ante lo político, eligiendo verdaderos líderes que le presten un servicio al Estado, en ello a todos los asociados, donde estén por encima el Derecho, la Justicia, la representatividad y la constitucionalidad, tendremos más que el fin de la historia o el choque entre civilizaciones, el caos de la barbarie y del enfrentamiento entre los mismos seres humanos que en lugar de unirse para avanzar como humanos nos destruimos en el temor y miedo que nos producen el desconocimiento, la desconfianza y la inseguridad ante el otro. Es el momento para parar y construir algo nuevo.