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“Algunos me querían muerto”

Con la experiencia tan dura de estos tiempos turbulentos, los temores y los miedos se han multiplicado, hemos perdido la confianza, y nos ha distanciado el confinamiento tanto, que hoy en día tenemos miedo a la libertad, por eso tratamos de regresar al pasado, porque nos asusta mirar a la cara y acercarnos al otro.

22 de septiembre de 2021 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Revelación que el papa Francisco hace durante un encuentro con 53 jesuitas el pasado 12 de septiembre durante su viaje apostólico a Eslovenia. Algunos le querían muerto y ya preparaban el cónclave para nombrar a su sucesor.

En el Antiguo Testamento, sobre todo en los profetas vemos esta misma actitud del pueblo, queriendo deshacerse de los verdaderos profetas porque les resulta incómodos, les dicen en la cara los pecados y les hablan a las gentes de su mal comportamiento, se convierten como una piedra en el zapato.

Cuando en San Juan de Letrán ante sus sacerdotes les habla sobre las amarguras por las cuales pasa en su vida un sacerdote, coloca tres causas para ella, siendo la primera la que tiene que ver con la fe:
¡Creíamos que era élí, si, sentirse defraudado, perder la esperanza; pero aquí cabe preguntarse, ¿es Dios el que me defrauda?, o ¿hemos confundido la esperanza con nuestras expectativas? La esperanza cristiana no defrauda ni falla; por eso es necesario orar insistentemente, para saber distinguir entre la esperanza, lo de Dios, y las expectativas, lo que queremos los hombres. Esto responde a aquellos mismos que en la Iglesia por dejarse llevar de sus egoísmos, sus vulnerabilidades, pierden el contacto con Dios y buscan el poder en lo humano.

Lo mismo sucede en la política, en la economía y en toda institución que tenga que ver con el uso del poder, cuando se pierde, como dice el libro del Apocalipsis, el amor primero y uno se deja arrastrar por la mundanidad, por los bajos instintos, olvidando que cuando la vida sirve a los demás, uno verdaderamente sirve para vivir, para pastorear, para gobernar, para renovar la sociedad y la cultura en los pueblos.

La segunda y la tercera causa de esta amargura tienen que ver con la manera de relacionarse, comunicarse, que depende mucho del saber escuchar al otro y no verlo como un enemigo; es el sentido de fraternidad, que hay que recuperar ya que hemos trabajado arduamente y debemos seguirlo haciendo en la búsqueda de la justicia y la libertad, para que podamos armonizar una verdadera sociedad humana.

Con la experiencia tan dura de estos tiempos turbulentos, los temores y los miedos se han multiplicado, hemos perdido la confianza, y nos ha distanciado el confinamiento tanto, que hoy en día tenemos miedo a la libertad, por eso tratamos de regresar al pasado, porque nos asusta mirar a la cara y acercarnos al otro. Tenemos miedo de las encrucijadas y por eso estamos de nuevo recurriendo con fuerza a las ideologías, ellas tienen siempre un encanto diabólico, dice el Papa, en este momento estamos viviendo en un mundo de ideologías y debemos desenmascararlas. Ellas, las ideologías hacen todo posible, nos alejan de la realidad y nos ponen en el mundo de las fantasías.

Oremos para acercarnos a Dios, y así restablecemos el tejido social que hemos roto, con nuestros hermanos nos escuchamos, para que tengamos la valentía y la humildad de aceptar al otro sin verlo como un enemigo y no olvidemos que todos nos salvamos juntos.