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50 años sirviendo

Estoy hablando del Padre Andrés que ha pasado por las vidas de muchos de ustedes

23 de octubre de 2022 Por: Vicky Perea García

Me excusan los lectores del día por hablar de una persona que está muy viva y que sigue pensando en entregar su vida al servicio de quien lo necesite, y que siente en sus entrañas y en su alma que esa mirada con la cual lo atrajo el Señor hace más de cincuenta años, hoy todavía la siente palpitar en su corazón y en su alma y es lo que lo sostiene alegre y con esperanza en un mundo como el de hoy, y más para personas que como él tienen un estilo de vida que se diferencia del común, precisamente por el sentido de fe, y amor que le lleva hasta dar la vida por los demás.

Estoy hablando del Padre Andrés que ha pasado por las vidas de muchos de ustedes en Yumbo, Barrio Meléndez, el Guabal, La Independencia, Ciudad Jardín, El Limonar, Tequendama, Quintas de don Simón y este 29 de octubre celebra los 50 años de haber empezado este recorrido, en tierras de Antioquia, Norte de Santander y ahora en nuestro Valle del Cauca.

He pensado cómo hablar de una persona que su vida ha sido una respuesta a Dios, sin duda, agradecido por haberle mirado con misericordia y llamado a que le acompañara en el servicio a los hombres para la salvación; servicio incomprendido cuando se cumple con sentido de profecía, hablando de lo que le escucha a Dios, y que quiere que sepan los hombres, para que no se equivoquen por este paso por la tierra, camino del Reino de los cielos.

Entonces pensé en tres historias que están casi en el inconsciente de la vida de la Iglesia como modelos de figuras sacerdotales: ‘Don Camilo’, el libro de Giovanni Guareschi, con los cuentos de un cura de pueblo y su constante enfrentamiento político con el alcalde; la figura del padre ‘Pío Quinto Rengifo’, novela de 1987, que narra la historia del curita de un pueblo de la Guajira , que sufre todas las calamidades públicas y sociales por la ausencia del Estado y tiene él a su protagonista y defensor; y por último, la no menos importante figura del cura de Ars, el hombre campechano humilde , pobre y sencillo que casi no llega a ser cura por falta de medios entre ellos los económicos y termina su vida, siendo reconocido como el santo de los curas párrocos.

Me atreví a tocar este tema por la frase del cura de Ars, que decía: “Si comprendiéramos bien lo que es un sacerdote en la tierra, moriríamos: no de miedo, sino de Amor”. Así como muchas veces les decía a sus fieles que un pueblo, nosotros, un barrio, que tiene un cura en medio de él, es una gracia del cielo, puesto que tiene un puente que une al hombre con Dios.

Creo que muchos de quienes se han encontrado en la vida con el padre Andrés pueden confirmar esta verdad; de la misma manera, parroquias y pueblos como el del cura de San Tropel, olvidados estatalmente, carentes de las necesidades, encontraron en el padre Andrés quién luchara para lograr lo que los gobiernos les negaban; y como Don Camilo, se enfrentó al político, defendiendo su fe y sus costumbres de tal manera que los mismos enemigos políticos terminaron apoyándolo y aun pidiéndole que los gobernase.

Al cumplir sus primeros 50 años, nos queda agradecerle y pedirle que siga prestándonos su servicio, hasta que el Señor lo llame.