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Mario Carvajal Cabal

Opinión

Inversión China en Colombia

Sobre la falta de garantías jurídicas, los autores traen a colación el caso de la primera línea del metro de Bogotá, la otra primera línea que le interesa a Petro

3 de mayo de 2023 Por: Mario Carvajal Cabal

Desde el cambio de siglo, China ha logrado aumentar su poder económico y comercial en América Latina. En el año 2000, Estados Unidos era el socio comercial indiscutible de la región. Hoy en día China es el principal socio comercial de Brasil, Argentina, Chile y Perú; y el segundo para Colombia, México y Ecuador, para nombrar algunos.

De igual forma, China se ha ofrecido como contrapeso a las instituciones financieras como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, en aras de expandir su huella geopolítica. Según datos del Inter-American Dialogue, solo en el 2015 China otorgó 22,1 billones de dólares en préstamos a países en América Latina, una cifra mayor al total otorgado por el BID y el Banco Mundial en ese año. Ahora, las relaciones entre Colombia y China han ido avanzando de manera lenta, y solo recientemente se les han otorgado concesiones a empresas chinas en proyectos relacionados a la minería y en infraestructura. Sin embargo, un reporte publicado por Colombia Risk Analysis y escrito por Sara Torres y Sergio Guzmán afirman que el país aún no está preparado para identificar los riesgos y oportunidades de la inversión China.

Entre los problemas que identifican Torres y Guzmán están la falta de garantías jurídicas, la falta de seguridad y la ausencia de una estrategia seria a largo plazo. Sobre este último problema, los autores afirman que no existe una hoja de ruta o política exterior de largo plazo que identifique la posición de Colombia frente a China. El nombramiento de cancilleres no adecuados, en algunos casos, al igual que de un cuerpo diplomático no capacitado en temas de relaciones internacionales, han impedido el desarrollo e implementación de una política seria que identifique los objetivos, riesgos y ventanas de oportunidad que tiene Colombia en su relación bilateral con el gigante asiático.

Sobre la falta de garantías jurídicas, los autores traen a colación el caso de la primera línea del metro de Bogotá, la otra primera línea que le interesa a Petro. Aunque el contrato estaba firmado con el consorcio de China para el diseño y construcción de este proyecto de infraestructura en Bogotá, Petro decidió modificar el contrato, buscando que esta incluyera un tramo subterráneo. La modificación del contrato sienta un precedente erróneo para la inversión extranjera, pues abre la posibilidad que el gobierno nacional pueda cambiar contratos firmados por la administración distrital si considera que no concuerda con su interés político. Esto a su vez lleva a que las empresas, sean de China o de otros países, piensen dos veces antes de invertir en Colombia, pues así se haya firmado un contrato entre las partes interesadas, este puede ser cambiado a última hora, dependiendo de los intereses del mandatario nacional de turno.

Finalmente, los autores mencionan los problemas de seguridad como uno de los principales retos de la inversión China en Colombia. Para nadie es un secreto que Colombia no ejerce soberanía sobre la totalidad de su territorio. No obstante, afirman que la compañía Zijín, que opera en una mina en Buriticá, no ha sentido un respaldo ante las amenazas del Clan del Golfo en la mina donde operan. El reporte afirma que hoy en día hay más de 4000 mineros ilegales pertenecientes a esta organización, y que el apoyo del Estado ha sido nulo. Lo que muestra este reporte es que existe en Colombia una necesidad urgente de reforzar las instituciones para garantizar las condiciones de la inversión China, e internacional, en el país.

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