Religión, economía, sociedad
La revitalización del proyecto imperial bajo su hijo Carlomagno consolidó el poder dogmático de la iglesia en Occidente.
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8 de feb de 2022, 11:35 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 04:55 a. m.
La religión es fuente central de explicación y canalización de esquemas normativos en sociedades rurales y analfabetas, de precaria articulación entre comunidades distantes. Desde el neolítico se ordenaron tres estamentos sociales: militares, encargados de proteger contra enemigos; sacerdotes, responsables de interacción con fuerzas superiores; y trabajadores, prevalentemente agricultores.
Hubo tres grandes concentraciones poblacionales en la antigüedad: China, India y la cuenca del Mediterráneo. Al colapsar el Imperio Romano a finales del Siglo V después de Cristo, quizá por cambios relativamente rápidos de clima, el cristianismo prevalecía en Europa Occidental. Proponía predisposición positiva entre todos los humanos como regla de convivencia, en contraste con las religiones germánicas presentes en Europa Central.
Tres siglos después Pipino el Breve, otorgó territorio en Italia Central a la iglesia de Roma; así legitimó la deposición de los reyes Merovingios en Francia. La revitalización del proyecto imperial bajo su hijo Carlomagno consolidó el poder dogmático de la iglesia en Occidente.
En el Siglo XI, ya establecido el cristianismo como religión única en toda Europa, las iglesias de Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Jerusalén desconocieron la autoridad suprema del obispo de Roma. Pocas décadas después, el papa Gregorio VII afirmó la independencia de la iglesia cristiana en relación con las autoridades imperiales.
Esta definición debilitó el proyecto imperial y desembocó en la consolidación de poderes políticos autónomos en diversos países y ciudades estado. La diversidad impulsó a Europa, pese al desarrollo superior del imperio chino hasta el Siglo XII, a integrar al mundo, primero mediante el comercio por el Mediterráneo y la ruta de la seda, y a partir del Siglo XV con el comercio interoceánico.
En las conquistas de América y África la misión religiosa fue pretexto y propósito. Propuestas diferentes del cristianismo, como el confucianismo, el budismo, el hinduismo y el islamismo, han participado en la tarea de desplazar religiones animistas, con foco en interpretaciones mágicas del acaecer cotidiano, en todo el planeta.
La premisa de realidad ulterior ininteligible todavía tiene valor como factor relativizador de los limitados avances de la ciencia de los humanos; pone coto a la desmesura alimentada por vanidades de nuestra especie. Además, el orden en la vida personal que impulsan las religiones facilita la materialización de esquemas ordenados, con metas y evaluación de cumplimiento. Esto, a su vez, hace más fácil la financiación de programas solidarios, para proteger a los estamentos vulnerables de la sociedad con la colaboración de todos.
No es necesaria mucha teología hoy, pues una proporción abrumadora de la población lee y escribe, y su lenguaje se ha enriquecido por la interacción densa y sostenida a través de medios de comunicación masiva prevalente. Se necesita más bien conciencia de comunidad interdependiente, con espacio para el desarrollo individual, pero sin poner en entredicho principios básicos de sostenibilidad económica, social y ambiental.
Las instituciones religiosas deben evolucionar para cumplir su papel con eficacia. Enfrentan riesgos de competencia contra vehículos sin dogma que busquen facilitar la convivencia y compartir experiencias. La suerte de las religiones depende de sus instituciones.
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Economista y abogado. Director de Crédito Público del Ministerio de Hacienda y Presidente del Banco Central Hipotecario (1991-1994). Escribe en el periódico desde hace siete años.
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