Reinventar el Valle

Es preciso reinventar la economía del departamento. El nuevo gobierno ha retado al país a abandonar la política extractiva, pero también a confirmar el capitalismo con participación amplia.

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28 de jun de 2022, 11:35 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 01:32 p. m.

Es preciso reinventar la economía del departamento. El nuevo gobierno ha retado al país a abandonar la política extractiva, pero también a confirmar el capitalismo con participación amplia.

Hay ventajas comparativas relativas importantes: se tiene el único puerto sobre el Océano Pacífico; el suelo del Valle medio es fértil, aunque de baja luminosidad, muy comprometido con el aprovechamiento del tallo de la caña de azúcar como fuente de energías diversas; Cali tiene un conjunto notable de universidades con potencial para construir conocimiento; la región tiene más participación de industria en su economía que el promedio nacional. La suma de estas circunstancias debería desembocar en bienestar y perspectivas brillantes. Sin embargo, el ingreso per cápita del Valle del Cauca a duras penas excede el promedio nacional, cuando hace medio siglo lo sobrepasaba en 40%.

Además, el Suroccidente tiene otros departamentos mucho más pobres y con perspectivas más estrechas: Cauca, cuyo ingreso es levemente superior a la mitad del promedio nacional; Nariño, levemente inferior, y Putumayo, del mismo orden de magnitud. Chocó, que comparte el litoral Pacífico con Valle, Cauca y Nariño, tiene ingreso per cápita un tercio del promedio nacional.

Se requiere impulsar un conjunto de actividades con mayor participación de servicios de valor agregado importante y más orientación al comercio internacional. Además de mejores instituciones públicas, para que las políticas sobre cadenas agroindustriales sean efectivas, lo cual permitiría diversificar la agricultura, para que las circunstancias de seguridad permitan aprovechar el clima como fuente de oportunidad, y con el fin de que Buenaventura tenga la oportunidad de ser polo de desarrollo y transformarse en la ciudad más próspera de Colombia, en vez de ser un conjunto de muelles sin estrategia, con medio millón de personas en medio de mucha pobreza y delincuencia.

Los recursos requeridos para transformar el Valle no provendrán del gobierno, cuya nueva administración parece creer en la sostenibilidad de más recaudo de impuestos para sostener un Estado mayor, con más protección social, y al tiempo impulsar estrategias fundadas en el cierre de la economía, lo cual limitaría el crecimiento y pondría en crisis el fisco. No hay siquiera intención manifiesta de hacer cambios de fondo en los procesos básicos del Estado, necesarios para hacerlo más eficaz, de manera que pueda ser fuente de oportunidades para todos. En consecuencia, corresponderá a los más comprometidos líderes de lo publico y lo privado entender la situación de la comarca, formular su plan de desarrollo y la institucionalidad necesaria para persuadir al capital internacional a acudir a las oportunidades que el departamento ofrece, con reglas claras para robustecer la ética y construir confianza. Es preciso reconocer la necesidad de verdadero cambio.

Los líderes de la región tienen ante sí la oportunidad de organizarse para transformarla. Llegó la hora de abandonar mezquindades y pensar en grande. Hacerlo de manera metódica es deber de los timoneles en horas oscuras de la Patria, en proceso de descomposición desde hace décadas, no reconocida por temor a las implicaciones. El nuevo panorama político puede servir para motivar una verdadera estrategia de desarrollo integral en el Valle.

Economista y abogado. Director de Crédito Público del Ministerio de Hacienda y Presidente del Banco Central Hipotecario (1991-1994). Escribe en el periódico desde hace siete años.

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