Un almuerzo anunciado

La Silla Vacía reportó que en días pasados hubo un almuerzo en el la finca El Ubérrimo. Allí asistieron, entre otras tantas figuras de la clase política, Álvaro Uribe, el anfitrión, y Fuad Char, el patriarca de la casa Char.

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18 de dic de 2020, 11:55 p. m.

Actualizado el 24 de may de 2023, 12:46 a. m.

La Silla Vacía reportó que en días pasados hubo un almuerzo en el la finca El Ubérrimo. Allí asistieron, entre otras tantas figuras de la clase política, Álvaro Uribe, el anfitrión, y Fuad Char, el patriarca de la casa Char.

La reunión, por supuesto, tenía un propósito político. Pero lo interesante del almuerzo, que lo hace distinto de las demás reuniones donde se cocina en la historia política colombiana, es que se trata del punto de partida para un acuerdo donde está en juego la propia supervivencia de la clase política. Allá no se reunieron a hacer alianzas para incrementar sus opciones en la mecánica electoral. Se reunieron por una amenaza y una necesidad común.

La candidatura de Petro es la amenaza. Y es una amenaza inédita porque la clase política, si bien está acostumbrada a perder elecciones, el triunfo de Petro puede significar un intento de aniquilación. Una situación diferente a cuando el candidato presidencial que los políticos profesionales apoyaron pierde las elecciones. En esos casos sucede que se ven abocados a negociar una oposición en el Congreso, que con el paso del tiempo generalmente pasa a ser una oposición con prebendas, y a tratar de ganar en las elecciones regionales.

Con Petro vendría una nueva clase política a controlar las decisiones y los recursos del Estado, con la intención además de sacar para siempre del juego democrático a la clase política tradicional que no se afilie con ellos. Ganar las elecciones es solo el primer paso. El siguiente paso es cambiar la arquitectura institucional para castigar las opciones a futuro de esta clase política.

De hecho, el acercamiento con políticos tradicionales como Roy Barreras y Benedetti, al margen del respaldo a las presidenciales, tiene como objetivo acumular mayorías en las elecciones parlamentarias. De ese modo podrían introducir las reformas necesarias para consolidar el nuevo Estado que quiere implantar Petro. No es teoría de la conspiración. Petro, Iván Cepeda y Gustavo Bolívar, ellos mismos lo han dicho y repetido.

Ganar las próximas elecciones presidenciales para evitar su salida del juego es la necesidad común. En el almuerzo, de acuerdo a la Silla Vacía, el tema central era la necesidad de aliarse en una candidatura que atajara a Petro. “No hablaron nada de mecánica política, dijeron:
‘Tenemos que hacer algo’”, le contó a la Silla Vacía una de sus fuentes. Lo que implica que el Centro Democrático, los Char, Cambio Radical, la U, etc., van a hacer campaña bajo una misma causa: su supervivencia como actor político. Luego se verán las mecánicas para elegir el candidato.

En el largo plazo la pregunta es si una democracia puede sobrevivir en un escenario en que la legitimidad del opositor dependa de los resultados electorales. Duque garantizó durante su mandato el respeto a la clase política de izquierda. Pero ante la amenaza de cambios institucionales que plantea Petro, ¿qué garantías hay si un candidato de la coalición de políticos tradicionales llega al poder en 2022 no intente, de manera equivalente, atacar la legitimidad de la clase política de izquierda para sacarlos definitivamente del sistema democrático?

En la polarización entre derecha e izquierda que atraviesa el país se ha prestado demasiada atención a los cambios sociales y a los intereses que representa cada franja, pero no se ha reparado en el futuro de las instituciones políticas.

Sigue en Twitter @gusduncan

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