Populista gringo
Apenas ganó las elecciones era evidente que Trump representaba un cambio sustancial en las dinámicas de los votantes de Estados Unidos.
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1 de mar de 2019, 11:55 p. m.
Actualizado el 17 de abr de 2023, 10:52 p. m.
Apenas ganó las elecciones era evidente que Trump representaba un cambio sustancial en las dinámicas de los votantes de Estados Unidos.
Por primera vez iban a elegir a alguien que se sabía más allá de cualquier duda razonable, que había tenido conductas privadas que eran moralmente impropias de acuerdo a la tradición electoral del país. Sus escándalos sexuales mostraban que, muy seguramente, la sociedad se había transformado y ahora esas conductas eran toleradas por la propia tendencia hacia la aceptación de la sexualidad como un asunto privado que no debía interferir en la vida pública.
Quizá lo único cuestionable eran ciertos episodios poco decorosos relacionados con sus negocios y los rumores de la intervención de Rusia en las elecciones. Pero de ello no existían pruebas definitivas que pudieran inferir que a los votantes ya no les importaban las actuaciones públicas de su presidente. Esto cambió esta semana. Michael Cohen, exabogado de Trump, confesó ante el Congreso que el presidente es un racista, un estafador y un tramposo. Lo acusó de haber incurrido en conductas criminales para evitar que se hiciera pública una relación sexual con una actriz porno y para conocer de antemano los correos electrónicos del Partido Demócrata que fueron filtrados por WikiLeaks. También lo acusó de mentir en el proyecto de construcción en Rusia.
No obstante, a pesar de todas las revelaciones de Cohen y las evidencias que pesan sobre la conducta de Trump, no pareciera haber en Estados Unidos un clima de opinión y de movilización social que clame por la renuncia del presidente. Más aún, si las elecciones fueran hoy Trump tiene un buen chance de ser reelecto. Los resultados económicos, sobre todo la reducción del desempleo, lo favorecen, al menos en el corto plazo.
¿Qué explica que una sociedad famosa por haber sido el epicentro del desarrollo de la democracia al día de hoy relaje sus controles y permita que un presidente se pase por la faja sistemáticamente sus valores y normas esenciales? Quizá la explicación está por los lados de las coyunturas sociales que hacen que las democracias sean vulnerables a experiencias populistas.
Si entendemos el populismo como la apelación a los altos intereses del pueblo de una nación por un líder político como justificación para pasar por encima de las instituciones establecidas, Trump está muy próximo a serlo. Lo que él ha hecho es apelar a la idea de “hacer grande a América de nuevo” como un imperativo moral para los estadounidenses de siempre y a partir de allí justificar todos los medios utilizados para acceder al poder, sacar adelante su agenda de gobierno y resolver temas de su interés personal como lo ocurrido con la actriz porno. Instituciones como la vigilancia de las conductas morales de los presidentes fueron neutralizadas ante la necesidad de volver a ser una gran nación.
Había una coyuntura en concreto que permitió a Trump obtener el respaldo de los votantes. La crisis de 2008 fue la puntilla que hizo explotar el sentimiento de frustración de numerosos blancos pobres que vieron cómo el Estados Unidos próspero que conocieron en décadas anteriores llegaba a su fin. Trump les prometió que les devolvería a esa época en que tenían buenos salarios relativos y estaban orgullosos de su nación. Fue suficiente para que obviaran todas sus incompatibilidades.
El populista gringo muestra que la democracia no se puede descuidar.
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