Hay cosas buenas
Luego de casi dos meses de encierro y de emergencia por el coronavirus es ya posible hacer algunos balances.
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15 de may de 2020, 11:55 p. m.
Actualizado el 25 de abr de 2023, 09:13 p. m.
Luego de casi dos meses de encierro y de emergencia por el coronavirus es ya posible hacer algunos balances y señalar los asuntos prioritarios en el futuro inmediato para el manejo de la crisis que se viene. No hay certidumbre de lo que vaya a ocurrir pero lo que sí está claro es que, sean cuales sean las decisiones que se tomen, habrá que hacerlo en medio de una pandemia que durará al menos hasta finales del 2020.
Sin duda, hay cosas buenas que resaltar. Pese a la corrupción, la polarización y todo lo sucedido en la vida política y con el conflicto durante las últimas décadas, Colombia dispone de un Estado capaz de coordinar y prestar servicios de manera efectiva. Hay una burocracia, una infraestructura institucional, unas dependencias y unos líderes a cargo de gobierno, en lo nacional y en muchas regiones, que mal que bien hacen la tarea.
Se puede afirmar así porque la emergencia desatada por el coronavirus es una situación donde las sociedades demandan la acción del Estado y los resultados de estas acciones se hacen visibles en estadísticas concretas. El número de contagiados es una cifra que los gobiernos pueden maquillar deliberadamente o simplemente puede ser una demostración de su incapacidad para testear a la población, pero desconocer los muertos y los pacientes en las UCI es muy difícil. Y si se comparan estas cifras en Colombia con países de la región y de mayores ingresos se encuentra que el desempeño ha sido muy positivo.
Sin llegar a ser Corea del Sur o Japón, Colombia es de los mejores en el proceso de contención de la pandemia. Ecuador tiene una tasa de muertos por millón de habitantes a causa del coronavirus de 133, Perú de 69, Brasil de 67, Panamá de 60, Chile de 21 y Colombia de 10. Solo Argentina está por debajo con 8.
Algo se está haciendo bien. Y, dentro de lo que se está haciendo bien, llama la atención el caso de Antioquia que concentra el 12,6% de la población nacional y solo tiene 501 casos, el 3,7% del total de casos, y 6 muertes, el 1,1% del total, al momento de escribir esta columna. ¿Qué está haciendo diferente Antioquia? Al parecer la respuesta va por los lados del cerco epidemiológico. Los esfuerzos para contener la pandemia se centraron en identificar los casos, aislarlos, hacerle seguimiento a los potenciales contagiados y evitar que se convirtieran en nuevos factores de transmisión.
Al margen de los celos y sesgos políticos, que son apenas normales entre la clase dirigente de un país, el éxito de Antioquia debería ser replicado en el resto de Colombia. Sobre todo porque la estrategia de cerco epidemiológico es mucho menos costosa de implementar en recursos, tiempo y construcción de un aparato burocrático que la cuarentena indefinida y las pruebas generalizadas.
Por ejemplo, el esfuerzo hecho por Claudia López en Bogotá, meritorio por poner el tema del encierro y la entrega de subsidios y mercados en la agenda política, podría ser mucho más efectivo si se intensificara el cerco epidemiológico. Más gente podría salir a trabajar, menos mercados habría que repartirse y se evitaría el desgaste de los choques con el presidente Duque.
De paso, el cerco epidemiológico puede ser la estrategia que evite que en algún punto la pandemia se desborde como ocurre en Leticia y parece que puede pasar en Cartagena y Soledad. Es ese trágico punto en el que de 15 a 20 muertos diarios se pasa al centenar.
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