Presos en casa
El Ministro defiende su propuesta a partir de una tasa baja de fugas de quienes tienen esa medida. Yo disputaría esa argumentación.
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

7 de sept de 2022, 11:45 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:57 p. m.
A mí me sorprende la ingenuidad con la que damos ciertas discusiones en este país, como si estuviéramos en los países nórdicos, tuviéramos un presupuesto infinito o como si todos acá fueran unos santurrones. Encima de eso, con ciclos retóricos de nunca acabar que se repiten como corcho en remolino.
El caso más ilustrativo es el de la justicia. Todos sabemos que no funciona, siempre nos hablan de su reforma y aun así no pasa absolutamente nada. Seguimos atrapados en una trampa eterna de impunidad, reincidencia y criminalidad.
Quedé preocupado con la entrevista que dio el ministro de Justicia, Néstor Osuna, ayer en La W. Entre sus principales banderas, anunció el aumento de personas que cumplen sus sentencias en casa por cárcel.
Suena loable. No debería haber necesidad de enviar a la cárcel a quienes han cometido ciertos delitos y que el Estado tiene la capacidad de garantizar que cumplan su pena fuera de ella. El problema, el gran problema sin propuestas ni respuestas, es que el estado no la tiene. Los guardianes del Inpec no están alcanzando ni para vigilar a quienes están dentro de cárceles y prisiones. Menos aún para recorrer ciudades enteras con la frecuencia necesaria para darnos la tranquilidad de que quienes están condenados en casa no sigan delinquiendo desde ahí.
El Ministro defiende su propuesta a partir de una tasa baja de fugas de quienes tienen esa medida. Yo disputaría esa argumentación. No se fugan porque ni siquiera lo necesitan, con esa escasa supervisión, el que quiera hacerle conejo a la medida tiene carta libre para hacerlo. ¿Quién carajos se tiene que fugar de un lugar de donde ya sale con libertad y sin consecuencias?
Claro que hay que reducir el hacinamiento. Por supuesto que los presos tienen derechos y que las cárceles no son para que ellos terminen pudriéndose. Pero los ciudadanos que no delinquimos, que estamos cansados de que nos azote el crimen y la impunidad, no podemos pagar los platos rotos de la incompetencia repetitiva del estado para resolver la crisis carcelaria.
Para que las cárceles sirvan se necesita que se construyan más, que se amplíe la oferta educativa y de entrenamiento laboral, que se fortalezca el control al interior, que se mejore la infraestructura y los servicios. El Ministro lo mencionó. Ahí se debería concentrar antes de que la realidad lo arrolle a él y a nosotros por ahí derecho.
Será necesario recordar que son los presos quienes cometieron un delito, que somos más quienes estamos por fuera de las rejas y que también tenemos derechos. Pareciera ahora que los derechos de los sindicados y condenados pesaran más que los de los demás. Eso sí que es una realidad más cercana a Marte que a los países nórdicos que tanto quisiéramos imitar.

Ha sido asesor del gobierno nacional y local y actualmente es consultor en temas de seguridad nacional. También lidera la Fundación Objetivo Cero que trabaja por reducir la violencia en el Pacífico colombiano. Ha sido reconocido como estudiante sobresaliente por el Presidente de los Estados Unidos, becario por méritos durante su pregrado y posgrado, miembro de la sociedad de Honor Phi Beta Delta, y fue reconocido como uno de los 100 voceros juveniles de Colombia por el British Council.
6024455000