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Nuestro Litoral

No hay ni habrá negociación ni cárcel que alcance para recuperar a Tumaco, y al país...

30 de noviembre de 2022 Por: Gustavo A. Orozco Lince

Da alivio escuchar noticias como las de Buenaventura, que lleva semanas sin homicidios. Menos violencia siempre será una noticia bienvenida. Los anuncios de Paz Total han calmado las aguas y mermado la temperatura, sí, aunque hasta hoy solo con expectativas y promesas.

Pero como he dicho, soy escéptico y crítico. No comparto el razonamiento para negociar con el crimen organizado y creo que con las condiciones actuales será a un costo muchísimo más alto del que conocemos.

Y falta mucho por saber. En otras latitudes, el dólar alto, una justicia crónicamente inoperante y estructuras criminales con más hombres, están volviendo a agravar el panorama de seguridad. Empeorado, además por una filosofía de gobierno que no logra entender la importancia simultánea del desarrollo, la coerción y la justicia.

Estuve en Tumaco un día después de que volaron las paredes de la cárcel para liberar a cabecillas. Llegué hasta a una vereda donde, aún estando a 30 minutos del casco urbano, hay que entrar con los vidrios abajo, las motos te siguen para saber tu destino y donde se conocen bien las placas y las caras de los que tienen permiso de entrar y salir.

Las calles y parques de esta zona rural son como pueblos fantasmas. Otra vez. Aún durante el día. La gente sale para lo mínimo y después de las 5:00 p.m., ni para lo más urgente. La vida social se acabó. Otra vez. Eso es vivir en fuego cruzado. Algo que muchos de nosotros nunca hemos vivido. A esas personas que sí que lo viven hoy, fue a las que escuché, entre susto y desconfianza, pero desespero por sobrevivir.

Se han bajado del negocio de la coca porque ya no les da. El fertilizante está caro, la mano de obra subió, la amenaza de la erradicación se mantiene. Han buscado alternativas de cultivo legal, pero el apoyo para hacer la transición no dura, los precios de venta cambian en días y la logística para comercializar es un desafío.

Los duros se están lucrando y lo están defendiendo a fuego. Como siempre. En este, el segundo municipio con más coca, se disputan el control el Frente 30 Franco Benavides, el Oliver Sinisterra, el Bloque Occidental Alfonso Cano, el Frente Comuneros del Sur del Eln, el Clan del Golfo, Los Contadores y las Guerrillas Unidas del Pacífico.

En Tumaco hay poco Estado, pero están ellos. Tampoco es una novedad en este país. Pero este municipio, con 3760 kilómetros cuadrados y el más grande de todo el país, es como un verdadero hoyo negro donde mandan los fusiles y se negocia con pasta. Con su tamaño que equivale a 6 veces el de Cali y sobrepasa a 59 países, la falta de control real le entrega al crimen organizado un botín para hacerse un diciembre todos los días del año.

No hay ni habrá negociación ni cárcel que alcance para recuperar a Tumaco, y al país, si no entendemos que la formula necesita precisamente desarrollo, coerción y justicia. Todos al tiempo.

AHORA EN Gustavo A Orozco Lince