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Unas ochocientas mil personas se suicidan anualmente en el mundo, una cada 40 segundos. Las cifras son inquietantes.

El suicidio es un fenómeno mundial que afecta a personas de todas las edades y está creciendo de modo alarmante.

El suicida pretende quitarse la vida, pero sólo se quita el cuerpo y su espíritu sufre al estar fuera bien confundido.

El suicidio se da cuando se dejan acumular distintos males y, al fin, ya la persona cree que no puede más.

Entre los jóvenes, de 15 a 29 años, es una de las principales causas de defunción, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A nivel mundial el porcentaje de suicidios varía de un país a otro, pero la mayoría, 79%, se dan en países de bajos ingresos y son una tragedia para familiares, amigos y colegas.

A menudo, son evitables si se está alerta. El suicidio surge en un mundo cada vez más individualista y poco espiritual.

La vida familiar y la cohesión social han disminuido notablemente, y aquí es donde hay que poner el énfasis.

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