El pais
SUSCRÍBETE

Oasis

Un apego sano protege a un niño en situaciones de riesgo y fomenta su autonomía y la exploración.

8 de enero de 2019 Por: Gonzalo Gallo

Un apego sano protege a un niño en situaciones de riesgo y fomenta su autonomía y la exploración.

Un apego malsano lo vuelve inseguro y ya como adulto es dependiente y desconfiado.

El reto para los padres es darle al hijo dos pilares básicos en la vida: seguridad y autonomía emocional y social.

Se cree que un 60 % de las personas tienen un apego o lazo afectivo seguro, confían en sí mismas y saben solucionar conflictos.

Toman buenas decisiones, tienen alta autoestima y son resilientes, sensibles y aprenden de sus errores.

Un niño criado con apegos castrantes o malsanos se convierte en un adulto desequilibrado, inseguro, frío y controlador.

Debido a la dependencia tiene altos niveles de angustia y se muestra como un ser desconfiado y pegajoso.

Él se aferra en las relaciones buscando seguridad y protección, como si pensara así: “Sólo no puedo. No sé si obtendré lo que necesito”.

AHORA EN Gonzalo Gallo