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Oasis

Cuando la abrazaba le decía: “Tus ojos azules hacen juego con tu nombre. Ámate y actúa como un ser celestial”.

1 de septiembre de 2022 Por: Gonzalo Gallo

La madre soltera de Celeste era muy inconsciente y dejó que la pequeña fuera criada por una vecina.

Gracias a Dios, Amanda era la buena madre de Anita y, poco a poco, se fue ganando el corazón de esa niña sin amor.

La acogió desde los 7 años y con paciencia logró que cambiara sus rabias
y rebeldía por un buen obrar.

Cuando la abrazaba le decía: “Tus ojos azules hacen juego con tu nombre. Ámate y actúa como un ser celestial”.

Una noche Celeste se despertó temprano y oyó la voz suave de su madre adoptiva hablando en otro cuarto.

Con sigilo se acercó a la puerta y vio que, en un estado de relax y con los ojos cerrados, repetía:

“Gracias Dios por tanto amor, cuidas, acompañas y proteges a mis hijas Anita y Celeste a las que amo con todo mi ser.

Ellas serán faros de luz para muchos y paso a paso, sabrán que vinieron a este mundo a amarse, amar y ser felices”. Ese día inició una nueva vida para Celeste.

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