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¿Quiénes se suicidan?

Sí, obligados a modificar creencias, al menos a revisarlas. Porque hoy en...

9 de julio de 2013 Por: Gloria H.

Sí, obligados a modificar creencias, al menos a revisarlas. Porque hoy en día existe muchísima nueva información en psicología que debe al menos escucharse para darle una nueva mirada a la conducta humana. Podemos seguir repitiendo lo viejo (un suicida no debe enterrarse en un cementerio católico, atentó contra Dios, está loco, es un enfermo mental) o podemos empezar a revisar los hechos con una mirada transgeneracional. Y aun cuando no quita el dolor, si genera aceptación de procesos que tienen explicación. Claro, con la nueva mirada psicológica.Bert Hellinger dice textualmente: “mi observación es que en la familia existe algo como un saber compartido. Ese saber, ese conocimiento, abarca no solamente a los padres y los hermanos sino también a los abuelos, los tíos y tías (…). Dentro de este círculo existen algo así como implicaciones. Esto significa que alguien de una generación posterior queda implicado en los destinos de miembros anteriores. Este saber compartido cuida que en ese grupo nadie se pierda, por ejemplo, que nadie sea excluido. Si esto ocurre, esa persona será representada por un miembro posterior sin que éste lo sepa. Este procedimiento es inconsciente. La solución es que la persona excluida sea reintegrada y recupere su lugar en el sistema. Entonces desaparece la presión sobre otros miembros de la familia de repetir el destino del excluido”.Entonces, el suicidio tiene ‘causas’ en la historia familiar porque formamos parte del colectivo familia. Y venimos a la vida formando parte de una familia e implicados en la reparación de sus pendientes. “Esa conciencia colectiva inconsciente, como yo también denomino a ese saber compartido, sigue determinadas leyes. Es posible leerlas en el efecto que ellas tienen en la familia. Una de ellas dice: “Todos tienen el mismo derecho a la pertenencia”. Por consiguiente, nadie puede ser excluido”. La conciencia colectiva inconsciente abarca tanto a los vivos como a los muertos. “La experiencia de las constelaciones familiares es que la mayoría de suicidios se producen por amor y por implicaciones. La solución es que se mire a quien se quitó la vida y se le diga: “Yo respeto tu decisión, no obstante tu seguirás siendo mi padre, mi madre, mi hermano, mi hermana”. De ese modo se asegura su inquebrantable pertenencia a la familia. Entonces nadie necesitará copiarlo y a partir de la implicación con su destino repetir su misma historia”. Para los descendientes la solución consiste en reincorporar a los fallecidos. De esa manera el riesgo de un nuevo suicidio dentro del grupo familiar se reduce considerablemente.No es fácil el tema porque el sentimiento de dolor, de impotencia y hasta de vergüenza personal o social, puede desviar una mirada más sanadora. ¡Que la hay! Pero hay que atreverse a modificar creencias. La sorpresa del hecho, difícil de asimilar en forma rápida, puede ser reemplazada por explicaciones que, aun que no devuelven la vida del que se suicidó, generan paz interior al encontrarle un sentido. Además, la muerte no es un castigo, no se mueren ‘los malos’. La muerte es parte de la vida y si aprendemos a transitar por el camino de la espiritualidad (no de la religión) que tiene fundamentos científicos, podemos asimilar experiencias dolorosas que desafortunadamente no nos enseñaron a hacerlo. Hay tanto por aprender, tanto por revisar. Desde la razón lógica, cartesiana, no hay respuestas y nunca las habrá. Desde la psicología, desde la física cuántica, desde constelaciones familiares y desde la espiritualidad hay suficiente información. Cada quién decide cómo quiere mirar y enfrentar: desde el desconcierto o desde la aceptación.

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