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Que el avión se caiga…

No le apuesto, jamás, a que el avión se caiga, pero es obvio que ya no volveremos a ser los de antes porque así le vaya mal a Petro, la inclusión es un aire que nunca más podrá erradicarse.

25 de julio de 2022 Por: Gloria H.

Antanas Mockus explicó hace unos años, dentro de sus jornadas pedagógicas, que existen personas obnubiladas con tener la razón. De tal magnitud es su obsesión por no perder que serían capaces de ir en un avión, advertir que el aparato se va a caer y por salirse con la suya, acercarse al tanque de combustible, extraer su contenido para que el aparato se caiga (con ellos allí) mientras se ufanan “vio, le dije que se iba a caer y se está cayendo. Vio, vio”. Pues bien en este momento existen muchísimos compatriotas, ‘montados en el avión’, apostándole a que se caiga. Apostándole a que al nuevo gobierno le vaya mal, para ellos sí tener la razón. Para probar que su ideología es la única válida y que de posiciones diferentes a la propia, no se puede esperar nada positivo.

De los efectos más contundentes que ha traído la era Petro, la inclusión ocupa un lugar principalísimo. Mirar, observar, tener en cuenta a otra parte de Colombia que estaba oculta. El comentario sobre los zapatos de algunos nuevos congresistas es una buena radiografía de lo que sucede: no es lo habitual, sorprende, era el mundo de la apariencia. Pero pregunto, los que tuvieron los zapatos ‘bien puestos’ ¿hicieron mucho? Ahora ¡es diferente! ¿Fue un circo el Congreso? Posiblemente sí, pero no se puede desconocer al provocador mayor, disfrutando del espectáculo que produjo con su discurso. La re-acción, claro, fue inmadura e infantil. Pero hubo ‘director de orquesta’, con sonrisa de satisfacción incluida.

La era Petro está obligando a la inclusión. Es como si nos hubiera ‘estirado’ la mente. Un caucho que obligatoriamente tenemos que ampliar si queremos vivir en este nuevo país. No le apuesto, jamás, a que el avión se caiga, pero es obvio que ya no volveremos a ser los de antes porque así le vaya mal a Petro, la inclusión es un aire que nunca más podrá erradicarse. Estamos viendo lo que estaba oculto. No había reflectores sobre esa parte de Colombia y la indignación, injusticia y saturación, llevaron a esta explosión de necesidad de cambio. ‘Obliga’ a tener apertura hasta en la forma de cuestionar.

La acertada periodista Claudia Palacios ya vivió la experiencia ante su pregunta sobre la casa de la nueva vicepresidenta en Bogotá. No, la pregunta no estuvo mal hecha ni tenía mala intención. Es que ahora se mira distinto, lo importante está en otro lado. Ahora personas brillantes, que se destacaban en su territorio pero que estaban invisibilizadas, empiezan a existir. La increíble columna de Ossiel Villada ‘Los Nadies’ es la mejor descripción de este hecho. Colombia no volverá a ser la misma…

Entonces a nivel individual ¿en qué me ha cambiado la era Petro?
Aunque no lo acepte, ya sea miedo, esperanza, expectativa, desconfianza, ilusión, rabia, una nueva emoción está en el ambiente, independiente de los resultados que más adelante puedan surgir. Es como si nos hubiéramos dado cuenta de que hay que pensar diferente porque solo estábamos viendo una parte de la realidad. Seguir con las mismas convicciones obedece más a terquedad y obstinación que a madurez y crecimiento. El mundo se mueve y la testarudez es muerte en vida. Colombia necesita mentes inclusivas no excluyentes. No será fácil el proceso pero es el único camino que nos queda para encontrar la luz al final del túnel.

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