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¿Por qué odiamos?

No es justificación pero si aceptación de una realidad. No significa que derrotaremos las emociones negativas, también nos sirven, pero si debemos controlarlas.

17 de enero de 2022 Por: Gloria H.

Lo primero y básico por responder es porque somos humanos y el odio como el amor es una emoción de supervivencia. Y aún cuando sorprenda es más fácil odiar que amar. Es más fácil suscitar sentimientos y emociones negativas que aquellas positivas. Frente a un público o receptores de tu palabra, llegas más rápido promoviendo rabia, indignación, odio, rechazo, que con emociones altruistas: generosidad, solidaridad, empatía, encuentras más rápido, defectos que cualidades. Supervivencia ancestral. Somos más propensos a la crítica que a la alabanza. Entonces…

El panorama puede sonar desalentador. Se dice que este odio o incomodidad hacia el otro, viene desde el vientre de la madre cuando se ‘siente’ un inconveniente, o una frustración y no existe cerebro que analice. Solo sensaciones. A través de la vida, la frustración nos lleva a la reacción inmediata de defensa, alerta o supervivencia. El otro u otros hacen daño, van en contravía nuestra y el odio aparece como la barrera de protección o defensa. Pero el odio también se gesta en el sistema de valores culturales. Y cuando algo está en oposición, cuando el otro no es un espejo que me reafirma y me da seguridad, entonces vienen el rechazo, la hostilidad. Es más o menos a que usted se mire en un espejo y vea un monstruo, no lo que usted esperaba ver, su propia figura. Si el otro no devuelve la imagen de sincronía anhelada, surge la aversión, la antipatía.

Podría decirse entonces que este odio surge de no reconocerme en el otro. Todo lo diferente puede generar hostilidad. ¿Qué hacer entonces para no odiar? Dejar el automático, tener un minuto de pensamiento, salir del cerebro reptiliano y elemental para controlar el impulso.
Absurdo y elemental, pero el odio, emoción primaria, solo se controla con el pensamiento. El análisis te aclara lo que es la condición humana, finita y vulnerable. No es justificación pero si aceptación de una realidad. No significa que derrotaremos las emociones negativas, también nos sirven, pero si debemos controlarlas.

Por eso, este 2022 puede ser el año del odio, reptiliano, inmediato, automático, fácil de sentir o propagar, o el año del análisis, el pensamiento o la madurez. Más que lo que suceda afuera de nosotros, puede convertirse en una radiografía de nuestro mundo interior. Ser consciente de que tengo una responsabilidad social y mis actitudes, por individuales que sean, repercuten en los demás. Si quiere likes y aplausos, le quedará muy fácil: solo agite emociones, toque odio e indignación y en un instante tendrá el resultado.

Para dominar el odio se necesita madurez: no es tan fácil de conseguir. Creo que para este año crucial en Colombia, un primer filtro para escoger candidatos es tratar de rechazar a quienes promueven odio, violencia o ataque. Imagínese el día a día sumido en odios, retaliaciones, venganzas, cuentas de cobro. “Los demás pueden odiarte. Aquellos que te odian no ganan, a menos que tú les odies. Y entonces te destruyes a ti mismo”, dijo Richard Nixon en el momento de su destitución. O como dijo Elie Wiesel: “Uno puede llenarse de rabia y protestar, pero odiar no sirve a ningún propósito sino a la destrucción final de la humanidad”. No se desilusione si no hay muchos que quieran trabajar por el equilibrio. Por algo, usted nunca quiso ser manada…
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