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Los hijos de la rabia

No son tantos como se cree pero están por todo lado. Hacen...

10 de mayo de 2016 Por: Gloria H.

No son tantos como se cree pero están por todo lado. Hacen bulla, gritan, vociferan. Se notan donde quiera que se ubiquen precisamente por su escandalera. Nunca pasan desapercibidos. ¿Cómo no va a ser mas notorio un individuo vociferante que uno pacífico? ¿Cómo no va ser mas llamativo el que vomita que el que sonríe? No me imagino cómo se despiertan, ni siquiera con lo que sueñan. Aún en el descanso las imágenes del desastre, de la venganza, de la rabia, los tienen que invadir. ¿Desde qué universo paralelo contienen tanta rabia? Siempre están de mal genio, mal encarados. Son expertos en buscar defectos, hurgan en las alcantarillas, se regodean con el mal. Pareciera que sus rostros no ‘resisten’ una sonrisa (¿creerán que se ‘desfiguran’?).Claro, se nutren encontrando errores, falencias, defectos. Es su especialidad. Como el vampiro que necesita sangre para sobrevivir, los hijos e hijas de la rabia necesitan defectos. Urgen la dificultad, el mal momento, las equivocaciones. ¡Son su alimento! Si existiera la perfección, ellos se suicidarían. ¿Cómo vivir en un mundo en que las cosas no estén mal si ellos necesitan los problemas como forma de vida? Son expertos en notar lo que falta, lo que no se ha terminado, el bombillo apagado en medio de 30 prendidos, el punto negro en el telón blanco. No miran el panorama general porque se enredan en el detalle, en la coma mal puesta, son milimétricos, austeros, cizañosos. Vivir con ellos, compartir día a día pone a prueba toda la salud mental de quienes lo soportan. Porque por ningún lado están bien. Nada les satisface, siempre quedó faltando. Si lo conseguiste azul, era rojo. Si era de punticos, ellos anhelaban las rayas… Siempre están marcando, reclamando, esperando que las cosas sean diferentes. Ellos o ellas lo habrían hecho ‘bien’, pero tú no… Las fallas están en los demás. Ellos advirtieron, ellos enseñaron, ellos aclararon.Muchas veces me he preguntado qué ‘fabrica’ esta clase de personajes. ¿Su frustración es propia, es hija de sus padres, de sus ancestros o todas las anteriores? Porque la rabia ancestral es demoledora: se vive en el presente pero no se halla la causa para sentirla en proporciones tan desmesuradas. Pero está allí, en las entrañas. Parecen poseídos, como si la ira fuera una adherencia que se pegó a sus vísceras y entonces lo único que pueden producir es mas rabia. Sus voces son chillonas, graves, alteradas. No importa ni sexo, ni raza, ni religión. Siempre están vomitando, siempre. Parecen seres desamparados, huérfanos de una palabra de afecto, que les cobran a los demás su ‘desgracia’ de existir. El mundo no es perfecto y ellos se lamentan de ese ‘defecto’. Ni imaginar cómo les duele un acierto, un logro, que alguien consiga la meta. No soportan que a otros les vaya bien, no resisten el bien de los demás.Cuando hay tanta rabia está la sensación de que ‘el mundo nos debe’. Como si mereciéramos más, como si nos hubieran robado. Alguien nos falló ¿quién? Afuera se percibe el vómito visceral de la ira. Adentro un infierno desesperante: la peor desgracia, soportarse a si mismos, vivir en la amargura. Ser verdugo y víctima de la propia rabia. No poder romper las cadenas y tener que aguantarse a ese inquilino interior todos los días. Desesperante vida. ¿Conoce a alguien? Twitter Sigue en Twitter @revolturas

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