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El papá de las trillizas

¿Qué tienen en común el papá indígena de las trillizas y las...

17 de enero de 2012 Por: Gloria H.

¿Qué tienen en común el papá indígena de las trillizas y las reliquias de Juan Pablo II que llegan de visita esta semana a Colombia? Aun cuando parezca casi imposible asociarlos, ambos acontecimientos refuerzan el tema de las creencias. Somos lo que creemos. Actuamos y nos comportamos de acuerdo a las creencias. Por un lado, está la historia del indígena, cuya mujer dio a luz, hace unos días. Él, desde lo que es, desde lo que cree, desde lo que sabe, considera que ‘sólo’ puede ser padre de una hija y que las otras dos (del mismo parto) son hijas de otros hombres puesto que sólo (para él) el hombre puede engendrar un hijo “por vez”. En sus creencias, tres hijas son el fruto de tres relaciones diferentes engendradas por tres hombres diferentes. Y por otro lado, está la noticia de que traerían restos de la sangre de Juan Pablo II para que los seguidores los adoren e invoquen, de acuerdo a sus creencias. Al igual que hace unos meses estuvieron las reliquias del Buda y fueron ‘visitadas’ por seguidores que creen en la energía que pueden generar estos elemento. En estas historias, ¿qué es verdad?, ¿qué es científico?, ¿qué es objetivo?‘Somos’ lo que creemos. El poder de las creencias es inmedible hasta el punto de que tenemos la vida que creemos. Las creencias sobre determinados tópicos pueden cambiar el ADN de nuestro organismo y lograr modificar situaciones biológicas que parecían genéticamente imposibles de mover. En el caso del indígena, los adelantos científicos muestran que su actitud de rechazo a sus hijas se cimenta en la falta de una información que lo lleve a modificar su creencia. Para el mundo científico, él es un ignorante. Su creencia ‘no le dio’ para mover la realidad del hecho de ser padre de sus 3 hijas, así él no creyera. En la historia de la sangre de Juan Pablo II, la creencia puede que logre que algún creyente se ‘cure’ o se mejore o se sienta mejor al lado de esa ampolleta de sangre. ¿Son ignorantes por creer en un fetiche? Desde la ciencia, ¿los milagros son fruto de la ignorancia? ¿Cuándo las creencias son válidas y cuándo no? La mayor revolución científica, hoy por hoy, es haberle quitado peso y piso a la razón. Es demostrar que la conciencia no está contenida en el cerebro, que el cerebro no es el único que ‘piensa’ y que el cerebro del corazón es el que manda la parada. El arraigo a ciertas ideas y creencias paralizan el pensamiento e impiden tener una vida más abierta a la evolución. Cada quien tiene derecho a sus fantasmas y a sus miedos. El que no quiere cambiar definitivamente ‘grita’ por todo lado su temor. Está en su derecho: no hay nada más respetable que el miedo a lo nuevo y a lo que rompe nuestra comodidad intelectual. La información que se produce desde las nuevas miradas científicas es tan impactante que no es fácil digerirla: es más fácil, por lo tanto, condenarla y repudiarla que acercarse a ella. La información, entonces, será la que logre mover al mundo. Y llegará a quien tenga que llegar y sobre todo, a quien quiera recibirla. Seguirán existiendo seres como el indígena, o como los seguidores de reliquias o como los que necesitan ver para creer. Afortunadamente, la información científica no tiene que pedir permiso para su existencia y divulgación, así el miedo y la ignorancia intenten detenerla. Pero es precisamente con esta clase de enemigos como se crece y se consolida. Detener la evolución ha sido por siglos la tentación de quienes detectan alguna clase de poder.

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