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Violencia electoral

El proceso electoral destila sangre. El envión final de la contienda está sacando los peores demonios de todos. En lo personal se trata de una de las campañas más sucias que he visto en la historia reciente.

18 de septiembre de 2019 Por: Gerardo Quintero

El proceso electoral destila sangre. El envión final de la contienda está sacando los peores demonios de todos. En lo personal se trata de una de las campañas más sucias que he visto en la historia reciente. La ‘ayuda’ que proviene desde la cloaca que hiede a través de las redes sociales ha sido oportuna para los interesados en sembrar el caos. Un ejemplo de ello es lo último que se hizo contra Alejandro Eder, utilizando una entrevista publicada en El País. Cambiaron un titular y lo alteraron para que quedara como si el candidato fuera a vender Emcali a EPM, todo mal. Lo peor es que mucha gente creyó que de verdad era el titular del periódico y muchos se quedaron con esa información falsa.

Lo mismo puede decirse de cuando pusieron a rodar información de que Jorge Iván Ospina era el candidato de las Farc en Cali o la especie que se lanzó diciendo que Roberto Ortiz tenía que retirarse porque estaba inhabilitado. La verdad es un proceso que cada vez se hace más ‘sangriento’. Da pena lo que pasa en las redes sociales, la confrontación entre bodegas, borregos y azuzadores es cruel, venenosa, sin argumentos. Todo se resume al que más insulte y logre introducir más mentiras y vulgaridades. Ese es el nivel de odio que se respira en estas elecciones regionales.

No resulta extraño que en medio de esta alcantarilla política que vivimos la violencia haya hecho su aparición. Que la Unidad Nacional de Protección tenga 1500 candidatos con escolta es una vergüenza internacional. Qué remedo de democracia se puede vanagloriar de su sistema si tiene que acudir a esto. Además, hay 600 solicitudes de candidatos amenazados y la UNP advierte que no tiene más carros blindados. Esto sería un chiste cruel sino fuera cierto. El nivel de crispación está en su punto máximo y los candidatos poco contribuyen a apaciguar los ánimos. Mucha gente está pescando en río revuelto, hay delincuentes disfrazados de candidatos que contratan sicarios, mientras ellos se lavan las manos cuando saben que son los causantes de este lodazal sangriento en que se ha convertido este país.

El Tercer Informe de Violencia y Dinámica electoral de la Organización Paz y Reconciliación ofrece unos datos tan reveladores como desconcertantes. Hay políticos que están ordenando la eliminación física de sus contendores o sus más cercanos. En once de los 32 departamentos no sería necesario hacer elecciones porque se sabe de antemano quién ganará. En 107 municipios del país bandas de narcoparamilitares elegirán los alcaldes y concejales. Desde el 27 de octubre hasta el 19 de septiembre del 2019 ocurrieron 116 hechos de violencia política que dejaron 173 víctimas. Se cuentan 20 homicidios, 17 atentados y 128 amenazas. ¡Y nos falta más de un mes para que acabe esto!

El Estado ha sido incapaz de llegar a regiones cooptadas por las mafias y las elecciones solo son una forma más de control para legalizar los ilícitos que se cometen. Una tragedia para un país al que le es imposible escapar de su espiral de violencia y corrupción.

Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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