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Conversación pendiente

‘Una conversación pendiente’ es en conclusión la trágica y dolorosa historia de este país contada por dos de sus protagonistas del último medio siglo, en clave de revelaciones trágicas con una dosis necesaria de chisme político de pasillo.

29 de septiembre de 2021 Por: Gerardo Quintero

“Andrés está afectado por dos pecados capitales que dañan el alma de la gente: la envidia y la soberbia”. Esta apreciación del expresidente Juan Manuel Santos sobre Andrés Pastrana es una de esas picantes reflexiones que contiene el libro ‘Una conversación pendiente’, que fue lanzado por Planeta el martes pasado en Bogotá y en el cual tanto Santos como Ingrid Betancourt se sientan a hablar de los últimos cincuenta años de vida política colombiana. Esta conversación, mediada por el escritor Juan Carlos Torres, resulta muy interesante porque se trata de un encuentro de privilegiados, de representantes de una élite que se ha sentado a manteles y que ha estado presente en momentos cruciales del país. Y precisamente uno de esos hitos que siempre me ha llamado la atención es como un personaje con tan poco bagaje intelectual y absolutamente banal como Andrés Pastrana pudo llegar a ser presidente. Una triste anécdota relatada en el libro lo dibuja muy bien. Guillermo León Escobar fue un hombre cercano a la familia Pastrana. Muy amigo del expresidente Misael Pastrana y embajador en el Vaticano de su hijo Andrés. Como queda claro en este libro (Pero no porque los autores quieran hacerlo ver), las posiciones políticas se reciclan, las castas políticas permanecen y los mismos de siempre se van rotando los puestos, entonces Escobar fue nombrado nuevamente embajador ante Roma por el embajador Santos y fue clave en la visita del Papa Francisco a Colombia. Pues luego de la emotiva visita, Escobar le mostró al entonces presidente Santos una carta que le había escrito Pastrana en la que se quejaba y le reclamaba por su 'traición', todo por haber ayudado a que el Papa viniera al país durante el gobierno de Santos. Palabras más, palabras menos, le decía que no lo consideraba más su amigo. Al poco tiempo Escobar murió con la amargura de recibir ese injusto reclamo de alguien a quien siempre consideró su amigo.

Este libro hay que leerlo entre líneas, con distancia, por supuesto, pero también con la certeza de la estrechez mental y el miserable ego que arrasa con la política colombiana y que queda demostrada en pequeños detalles. Ingrid, por ejemplo, dice de Pastrana que es un personaje que no acaba de asombrar y que en lugar de ayudar a cosechar lo que legítimamente podría reclamar haber sembrado cuando intentó hacer la paz con las Farc, "protagonizó un espectáculo de pequeñez humana y desatino histórico" al oponerse al proceso que adelantó Santos para luego tumbarse en los brazos de Uribe, de quien a su vez había denostado y acusado de aliarse con paramilitares y narcotraficantes.

Otros protagonistas de la política tampoco quedan bien parados. Al exfiscal Néstor Martínez, el expresidente Santos lo califica como una combinación de camaleón y gato, que sabe mimetizarse y tiene la habilidad de caer parado. El debate que sostienen alrededor de Ernesto Samper es de lo mejor. Ingrid revela que Lucio la previno de un atentado que le iban a hacer por orden de la congresista Martha Catalina Daniels. “A mí me quedaba claro que había una triangulación de intereses entre ella, el Cartel de Cali y Samper”.

‘Una conversación pendiente’ es en conclusión la trágica y dolorosa historia de este país contada por dos de sus protagonistas del último medio siglo, en clave de revelaciones trágicas con una dosis necesaria de chisme político de pasillo.
Sigue en Twitter @Gerardoquinte

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