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Virgilio Barco

Creo que el mayor logro en la vida de Barco no sólo fue haber mantenido el Estado colombiano, sino fortalecerlo y reorientarlo por un camino más democrático.

6 de septiembre de 2019 Por: Vicky Perea García

Admirable. En el pleno sentido de esta palabra. Así resume el distinguido historiador de la Universidad de Oxford, y reconocido colombianista, profesor Malcolm Deas, la trayectoria vital de Virgilio Barco, presidente de Colombia en un momento crucial y violento de nuestra historia (1986-90). La biografía que nos ha entregado la editorial Penguin Random House es, también, admirable. Se trata de un trabajo riguroso realizado por una mente crítica, aguda que, además, consideró que era indispensable “analizar el trasfondo de las coyunturas” para entender mejor lo que significó Barco en diferentes etapas de su vida.

Es un privilegio haber contado con un biógrafo de la calidad intelectual de Malcolm Deas. No creo que exista otra biografía presidencial con estas características. Será punto de referencia obligado para cualquier biógrafo. Es que el profesor Deas utilizó no solamente los archivos oficiales sino los de la familia y realizó entrevistas claves y, como lo revelan las abundantes notas de pie de página, escudriñó antecedentes, enriqueciendo el conocimiento superficial que sobre distintos temas teníamos. Si analiza su gestión como Alcalde Mayor, consulta estudios del profesor Currie o de Julio Dávila, de Alan Gilbert o de Francisco Gutiérrez, de Peter Hall o de Rocío Londoño, de Walter López o los Planes para Bogotá de Le Corbusier, Wiener y Sert. Mi consejo al lector es que preste cuidadosa atención a las citas bibliográficas en cada página.

Malcolm Deas meditó en torno de la trayectoria de Barco durante por lo menos 29 años. Dejó que el tamiz del tiempo le permitiera identificar los principales lineamientos de su desempeño como político, realmente, como estadista consagrado. ¡Qué privilegio para Virgilio Barco! Es que Malcolm Deas es mucho más que un mero historiador. Nos está ofreciendo una inteligente descripción de nuestra vida política durante el Siglo XX. Nos muestra el desempeño de una personalidad excepcional (para muchos extraña) en un ambiente casi siempre complejo, peligroso, en el cual el coraje, el carácter, la determinación y la claridad de propósitos eran virtudes indispensables. Vemos cómo evoluciona Barco de dirigente municipal a líder nacional; de Ministro a Alcalde, a eficaz miembro de la Junta Directiva del Banco Mundial o Embajador en Washington.

Leamos al Profesor Deas: “Frente a las más duras amenazas, Barco dejó el ejemplo de no ceder, un claro ejemplo moral” y recordando una opinión de Gustavo Vasco: “había días en que no hubo nadie con quién gobernar (…)”.

Malcolm Deas concluye su biografía con esta pregunta: “¿Y cómo es Virgilio Barco, como persona, en perspectiva? A mí me parece profundamente serio sin ser solemne, con el necesario orgullo, pero sin ningún vestigio de vanidad, siempre responsable, a veces audaz, consciente de sus límites -que no son lo mismo que sus limitaciones-, un servidor público incansable, un realista con profundo sentido ético.”
Todo ello lo resume en una palabra: admirable.

Barco experimentó diversas formas de violencia desde temprana edad, en su departamento Norte de Santander, a lo largo de su vida y no hay que olvidarlo, como presidente de la República. Su personalidad, su carácter, su transparencia, su determinación frustraron muchos planes criminales.

Creo que el mayor logro en la vida de Barco no sólo fue haber mantenido el Estado colombiano, sino fortalecerlo y reorientarlo por un camino más democrático. César Gaviria, su sucesor, construiría magistralmente sobre esos pilares.

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