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Integridad electoral

Chile nos ha dado un ejemplo que vale la pena destacar. El candidato perdedor no esperó los resultados finales y, bien pronto, llamó a su competidor para felicitarlo por su victoria.

14 de enero de 2022 Por: Fernando Cepeda Ulloa

Nada más importante que la integridad del sistema electoral en una democracia. Todos los autores señalan la indispensable confianza de los ciudadanos en las instituciones, las personas, los procedimientos que tienen qué ver con el proceso que les permite a los ciudadanos decidir quiénes son las autoridades que los van a gobernar tanto desde el Ejecutivo como desde el Legislativo.

Me ha llamado la atención la lectura de varios artículos que dos meses antes de los comicios del 13 de marzo y de las consultas interpartidistas ya comienzan a plantear una duda que pone en tela de juicio la integridad de nuestro sistema electoral. Alejandra Barros, directora de la institución que desde hace varios años hace el seguimiento de nuestro proceso electoral, afirma que nuevas plataformas impiden el acceso a una información que es necesaria para identificar posibles casos de compra de votos, trashumancia electoral, movilización de ciudadanos para que voten por determinados candidatos. Y más adelante plantea su preocupación por el tema de la seguridad y de la libertad para los votantes en las circunscripciones de paz. Sugiere una Comisión de Seguimiento Nacional que esté alerta para la identificación y superación de posibles prácticas electorales indebidas.

Vladdo, en su columna invita a todos los precandidatos a aceptar el resultado, así este los desfavorezca, para no seguir el pésimo ejemplo de Trump y el de la señora Fujimori en Perú. Y Federico Gómez Lara, director de la Revista Cambio, de próxima aparición, en el titular de su columna en El Espectador lo dice todo: “Se van a robar el resultado de las elecciones”. Usa el concepto de robar que es el de Trump, que tan grave daño le ha hecho a la democracia americana y a la de los países que la practican.

Es obvio que lo indicado es que los candidatos que participen en la primera vuelta suscriban una declaración conjunta y solemne que reafirme su respeto al Estado de Derecho y que, por lo tanto, deje muy claro que aceptarán los resultados electorales así estos no los favorezcan y que si tienen reservas sobre la integridad del sistema electoral, las tramitarán por la vía de los recursos que contempla nuestra Constitución, incluidos los convenios internacionales pertinentes, como los anotados en la Resolución 63/163 del 12 de abril de 2012 aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Chile nos ha dado un ejemplo que vale la pena destacar. El candidato perdedor no esperó los resultados finales y, bien pronto, llamó a su competidor para felicitarlo por su victoria. Y aún más, después fue personalmente hasta la sede de Gabriel Boric para saludarlo a él y a sus partidarios. Un gran gesto. El presidente Piñera también lo congratuló oportunamente y lo invitó al Palacio de la Moneda, visita que  tuvo lugar al otro día. Y Boric hasta el momento ha guardado todas las formas y se ha comportado como corresponde. La legitimidad del gobierno elegido es fundamental para la gobernabilidad democrática. Es así como después de la contienda electoral el candidato triunfador habla como el presidente de la nación entera, de quienes lo apoyaron y de quienes votaron en contra. Es el mínimo consenso político que debe acompañar al ciudadano que asume la dura responsabilidad de gobernar.
Fortalecer nuestro Estado de Derecho.

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