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Drogas, paz, Venezuela

El mismo tema, así parezcan tres diferentes, íntimamente relacionados. El negocio criminal de las drogas ilícitas es el combustible de la violencia en todas sus manifestaciones (guerrillas, autodefensas, crimen organizado, etc.).

5 de abril de 2019 Por: Fernando Cepeda Ulloa

El mismo tema, así parezcan tres diferentes, íntimamente relacionados. El negocio criminal de las drogas ilícitas es el combustible de la violencia en todas sus manifestaciones (guerrillas, autodefensas, crimen organizado, etc.).

Ya vimos la relación fatal entre Farc y el negocio de las drogas. Y entre las facciones residuales y, cada vez más, Eln y Epl.

Venezuela es una de las principales rutas de este negocio. Los que conocen el tema dicen que allá el Eln está en once estados. Y el Servicio de Información que se especializa en el crimen organizado (Insight Crime) dice que el Eln es ya una guerrilla colombo-venezolana.

La implementación del Acuerdo de Paz está interferida gravemente por una especie de resurgimiento de las Farc y de otras expresiones guerrilleras, por el tema de la extradición y otros que han sido debatidos recientemente.

Se reconoce que hubo un incentivo perverso que multiplicó los cultivos de coca. Y que los territorios donde las Farc tenían importante presencia no fueron oportunamente ocupados por el Estado. Allá se han revitalizado diferentes grupos armados ilegales.

Annette Idler, la mejor conocedora de las fronteras colombianas con Venezuela y Ecuador, profesora en la Universidad de Oxford, afirma que no hay espacios vacíos en Colombia como se repite; que lo que hay son espacios controlados por grupos criminales. Por ello la Política de Defensa y Seguridad de este Gobierno (PDS) dice, muy bien, que hay que lograr no tanto control militar y policial de esos espacios sino control institucional. Nada fácil. Pero sí urgentísimo. Por ello el Plan habla de Zonas Estratégicas de Intervención Integral (Zeii), Zonas de Construcción de Legalidad y Zonas de Legalidad, Emprendimiento y Equidad (Págs.38 y 39).

¿El presupuesto para erradicar más de 200.000 hectáreas de coca y ofrecerles opción rentable a los campesinos? ¿El presupuesto para atender más de un millón y medio de venezolanos, cifra que crece por miles diariamente? ¿Y el presupuesto para implementar el Acuerdo? Son varios billones de pesos por año.

Se entiende y aprecia que internacionalmente admiren el muy generoso gesto de Colombia hacia los venezolanos. Reconocen que la nuestra es solidaridad admirable. Pero, ¿se darán cuenta que se requiere no menos generosa solidaridad de la comunidad internacional para que Colombia pueda atender todos estos frentes?

Cada uno de ellos requiere varios billones de pesos. Y, claro, el presidente Trump se desespera. Y la Comunidad Internacional comienza a poner en duda la voluntad del presidente Duque para implementar el Acuerdo. Ya comienzan a preguntarse, ¿hasta cuándo podrá Colombia mantener su solidaridad con los refugiados venezolanos cuyo número y drama se acrecienta todos los días? Ya se modificó la inflexible ‘Regla Fiscal’ para hacer uso de varios billones de pesos que buscan atender esta emergencia.

Drogas, Acuerdo de Paz, Venezuela. Es una convergencia de graves desafíos que van amenazando la gobernabilidad democrática. Ello sin mencionar la maxi-conflictividad social que hemos venido presenciando, de la cual la minga indígena es una de tantas. Apenas está comenzando…

No es fácil encontrar otro país que esté viviendo circunstancias tan difíciles. ¿Acaso hay un esfuerzo iluminado para que la ciudadanía entienda la complejidad de esta situación? ¿En qué están el debate nacional, los partidos, los gremios y tanques de pensamiento, los medios de comunicación? Es una situación que demanda seria reflexión y un comportamiento coherente.

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