Réquiem por el MÍO
Con su pésimo diseño e historia de operación, el MÍO ya perdió la posibilidad de que los caleños lo consideren una opción deseable. Al MÍO lo dejó el bus.
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21 de feb de 2023, 11:50 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 03:05 a. m.
Con gran dificultad, Metrocali evitó por ahora su inminente liquidación. Y digo ‘por ahora’ porque son muy bajas las probabilidades de supervivencia de un ente encargado de operar un sistema de transporte masivo evidentemente inviable como es el MÍO, cuyo mercado potencial desapareció.
Diseñado por académicos e ingenieros de escritorio ajenos a la ciudad y desconocedores de las necesidades de los caleños, el trazado del MÍO se basó en invadir las vías más amplias de Cali con carriles de uso exclusivo de unas rutas que no servían a la gran mayoría de sus habitantes.
Torpeza a la que añadieron que, en vez de usar como alimentador de esas rutas al anterior sistema de transporte público, que servía muy efectivamente a vastos sectores de la ciudad, lo eliminaron de un tajo, dejando sin atención a gran parte de ella.
A este pésimo diseño se añadió que la implementación del sistema corrió por cuenta de las tres administraciones municipales que, hasta que fueron superadas por la actual, se disputaban el título de la peor en la historia de Cali. Administraciones en las que a la incompetencia se unió la ligereza en el uso de los recursos, con jugosas contrataciones que llegaron a incluir el pago de millones de dólares a una firma fantasma, por una estación fantasma, y la validación de sobres que aparecían después de cerradas las licitaciones.
Privados por este esperpento de un servicio razonable, los caleños tuvieron que buscar nuevas alternativas para transportarse. Los que pudieron compraron automóviles o, si sus recursos eran menores, motos. Y para servir a los que optaron por no transportarse en vehículos propios, surgieron nuevos medios de transporte público de propiedad privada, como los motorratones y los autos piratas, además de las gualas.
Hoy, la inmensa mayoría de los caleños tiene resueltas sus necesidades de transporte sin utilizar el MÍO, sistema que a duras penas moviliza unas 130.000 personas por día en una ciudad de 2,5 millones de habitantes. Estos cientos de miles, millones, de caleños que se transportan por medios distintos al MÍO eran el grueso del mercado potencial que este tenía. Nunca volverán a ser parte de ese mercado potencial porque ya encontraron mejores soluciones para sus necesidades. Con su pésimo diseño e historia de operación, el MÍO ya perdió la posibilidad de que los caleños lo consideren una opción deseable. Al MÍO lo dejó el bus.
Debe reconocerse que los caleños ya privatizaron el 90% de su transporte. Falta hacerlo con el MÍO, para lo cual bastaría cancelar sus deudas y licitar el uso de su costosísima infraestructura, para que operadores privados, por su cuenta y riesgo, atiendan mejor a quienes hoy usan las pocas rutas que sirven.
Apoyando la quimera del MÍO, Cali ha botado cientos de miles de millones de pesos a un agujero sin fondo. No hay justificación social o moral para continuar con ese brutal desperdicio, cuando el Municipio tiene ingentes necesidades sin atender. Es hora de acabar este despilfarro y usar el dinero en recuperar la malla vial y en la atención de otras necesidades apremiantes de los caleños.
Mientras se mantenga viva la pesadilla del MÍO, seguiremos presenciando cómo el Concejo aprueba proyectos como el 180 bajo su consideración, que le entregará $1,3 billones al alcalde, para que disponga de ellos con la pulcritud y transparencia que siempre lo han caracterizado.
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