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Leyes inexorables

Al estrenar nuevo gobierno y poder, por fin, vivir sabroso y en paz total, los colombianos debemos repasar brevemente las leyes que inexorablemente continuarán rigiendo nuestro diario devenir. Esas

9 de agosto de 2022 Por: Emilio Sardi

Al estrenar nuevo gobierno y poder, por fin, vivir sabroso y en paz total, los colombianos debemos repasar brevemente las leyes que inexorablemente continuarán rigiendo nuestro diario devenir. Esas cuyo poder excede aún al de las que emitirá nuestro brillante, ilustrado y muy honorable Congreso. Resumo algunas de las que he reseñado en oportunidades anteriores.

Es justo citar en primer término la que esbozara en 1949 el capitán Edward A. Murphy, de la Usaf, cuando afirmó que: “Si hay dos o más maneras de hacer algo, y una de ellas puede conducir a la catástrofe, entonces alguien la usará”, que rápidamente evolucionó a la expresión hoy conocida como la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”.

Esta ley será acompañada por su segundo corolario, también conocido como la Extensión de Gattusso: “Nada puede estar tan mal que no pueda empeorarse”, y el octavo, “es imposible hacer algo a prueba de tontos porque los tontos son muy ingeniosos”. Todo esto apuntalado, claro, por la Ley de Perrusell,“no hay trabajo tan sencillo que no se pueda hacer mal”, y la Observación de Stapp: “La aptitud universal para ineptitud hace de cualquier logro humano un milagro increíble”.

Es claro, además, que desde el inicio están en plena vigencia el Principio de Peter: “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”, y sus dos principales corolarios, “con el tiempo, todo puesto tenderá a ser ocupado por alguien incompetente para él” y “el trabajo lo hacen los que no han ascendido hasta su nivel de incompetencia”.

Para disponer de los ingentes ingresos generados por el enorme incremento que se está dando en los ingresos tributarios, sumados a los que vendrán de la brutal reforma tributaria prometida, bastará el cumplimiento de las dos leyes que en 1955 publicara el profesor C. Northcote Parkison: “El trabajo se expande para llenar el tiempo disponible para completarlo” y “los gastos crecen para alcanzar los ingresos”. Todo lo cual se garantizará con la aplicación de la Ley de Green: “Todo es posible si usted no sabe de qué está hablando”, y de la Ley de Weiler, “Nada es imposible para el que no tiene que hacerlo”.

Con el beneficio postulado en la segunda ley de morosidad de Doane: “Mientras más lentamente se trabaje, menos errores se cometen”, se aplicará la Quinta Ley de Parkinson: “Si hay alguna forma de demorar una decisión importante, la buena burocracia, pública o privada, la encontrará”. Y, de todos modos, siempre regirá la Ley de Jacob: “Errar es humano; culpar a otro del error es aún más humano”. Y la Regla de Finagle: “El trabajo en equipo es esencial; le permite echarle la culpa a otro”. Como lo hará la Ley de Jones: “El que sonríe cuando las cosas andan mal es porque se le ha ocurrido a quién echarle la culpa”. O la Ley de Evan: “El que se mantiene calmado cuando todos están perdiendo la cabeza es porque no ha entendido el problema”.

Partiendo del principio político de Todd, “No importa lo que estén diciendo, no será la verdad”, seguirá vigente la Fórmula de Glyme: “El secreto del éxito en la política es la sinceridad. Una vez usted logre fingirla, triunfará”. Y como nunca perderá vigencia la Ley de Katz, “Los hombres y las naciones actuarán racionalmente cuando hayan agotado las demás opciones”, siempre será necesario aplicar la Quinta Regla de Finagle: “No crea en milagros, dependa de ellos”.