La producción nacional

Colombia necesita, en esencia, establecer políticas de Estado para desarrollar la competitividad de su producción nacional que conduzcan al debido aprovechamiento de sus ingentes recursos y, sobre todo, a la generación del empleo que su población requiere.

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Foto de referencia. Migración Colombia tramitó la deportación de la colombiana Echeverría desde Suiza. | Foto: Archivo de El País

8 de feb de 2022, 11:50 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 04:55 a. m.

El país recibió la semana pasada un par de noticias económicas que generan optimismo sobre la reactivación que vienen impulsando el Gobierno y los distintos sectores productivos y sociales. Por un lado, se conoció el informe del Dane sobre el cierre del mercado laboral en 2021, con una cifra nacional de 13,7% en materia de desempleo, para una caída de 2,2 puntos porcentuales frente a 2020. Y por el otro, se reportó que Colombia presentó un sustancial crecimiento en el valor de sus exportaciones, al cerrar 2021 con un total de US$41.224 millones, un aumento de 32,7% frente a las exportaciones de 2020.

Sin embargo, este aumento en nuestras exportaciones no nos libera de retos, pues persiste un déficit muy alto en la balanza comercial, y, además, ellas siguen dependiendo marcadamente de los hidrocarburos, la minería y unos pocos sectores de exportaciones tradicionales. El 55% de nuestras exportaciones consiste en hidrocarburos, carbón, ferroníquel, oro y esmeraldas. Y al sumar las de café, banano y flores ya se llega a 68%.

El contexto internacional actual ha generado los crecimientos altos en los rubros minero-energéticos, importantes para el PIB y los ingresos del Estado, pero de impacto limitado en materia de empleo –la segunda prioridad del Estado, después de la seguridad- y vulnerables a los vaivenes de los mercados internacionales. Por eso, la exportación de combustibles y productos de industrias extractivas creció 48% de 2020 a 2021, mientras la exportación de productos agropecuarios y alimentos creció 20% y la de manufacturas, 29%.

Pero, además, lo cierto es que el tema tiene realmente que ver también con la generación de empleo. Mientras que el Dane  informa que el sector extractivo de recursos minerales emplea solo al 0,5% de la población ocupada, sectores como las manufacturas, con el 11,2%, y la agricultura y ganadería, con el 16,6%, son intensivos en recurso humano.
Por ello, políticas que apoyen su crecimiento sustancial y su competitividad exportadora son las que realmente generarían impactos favorables en el empleo formal de los colombianos.

Diversificar la canasta exportadora del país debe convertirse en una verdadera prioridad del Estado y del próximo gobierno. La potenciación exportadora podrá concretarse si realmente se promueven los rubros que tienen mayor valor agregado y generan diferenciación. Con esta visión se traería un impulso a la producción nacional, tanto industrial como del campo, que, a su vez, demandaría un mayor encadenamiento productivo, mano de obra más calificada y con mejor remuneración y, por lo tanto, aportaría una mayor prosperidad económica para todo el país. El proceso de internacionalización de nuestra economía puede y debe reflejarse en más y mejores oportunidades para los emprendedores colombianos.

Y el hecho es que para impulsar nuestras exportaciones a los niveles que verdaderamente requiere el país, es preciso contar con políticas industriales y de desarrollo agrícola que generen crecimientos realmente significativos en manufacturas y productos agroindustriales, tanto para consumo interno como para su exportación. Colombia necesita, en esencia, establecer políticas de Estado para desarrollar la competitividad de su producción nacional que conduzcan al debido aprovechamiento de sus ingentes recursos y, sobre todo, a la generación del empleo que su población requiere.

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