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Perú, en vilo

El que se llegue a una cerrada votación no es nuevo en el Perú: en las elecciones del 2017, Kuczynski le ganó por el 0,24% de la votación total a la misma Keiko. Lo diferente es que entonces ambos candidatos eran de derecha

8 de junio de 2021 Por: Editorial .

Faltando por escrutar menos del 1,5 % de los votos consignados para elegir su nuevo presidente, y sin saber el resultado final, puede decirse que el Perú quedó dividido y polarizado de una manera en la cual el ganador o la ganadora tendrán como primero y gran desafío el reunir de nuevo a los peruanos para poder lograr la gobernabilidad que requiere su país.

Las opciones no pueden ser más antagónicas. De una parte está la señora Keiko Fujimori, exponente de la política tradicional y curtida en el ejercicio del poder desde el gobierno de su padre Alberto, hace ya treinta años. La candidata, que ha perdido tres elecciones consecutivas, la última de ellas con Pedro Pablo Kuczynski, tiene tras de sí una larga estela de procesos judiciales, al punto en que ya estuvo en la cárcel y espera sentencias por casos como Odebrecht.

Al otro lado apareció de la nada un maestro de escuela, Pedro Castillo, con su sombrero “bombardino” típico de la región de Sota de donde es oriundo; el que hoy encabeza la cerrada elección es un exponente del rechazo de los peruanos hastiados por la corrupción y la turbiedad que impera en el gobierno de su país. Así mismo es el símbolo de la protesta de la provincia contra el centralismo que desde Lima controla el poder y se aísla de los millones de peruanos que habitan tanto la sierra como los territorios selváticos de ese territorio.

El que se llegue a una cerrada votación no es nuevo en el Perú: en las elecciones del 2017, Kuczynski le ganó por el 0,24% de la votación total a la misma Keiko. Lo diferente es que entonces ambos candidatos eran de derecha, lo que aseguraba la continuidad de un modelo de democracia y desarrollo. En esta ocasión, Castillo tiene una línea entre el comunismo, el populismo y todo lo que signifique reacción contra la política, la economía, y el modelo de gobierno vigente.

Por supuesto, el que Castillo llegue a ser presidente significará un remezón enorme para el Perú y de características desconocidas, lo cual siembra explicables temores. Desde ya se puede anticipar que el nuevo mandatario empezará por el llamado a una asamblea que cambie la constitución. Ello desatará la reacción del Congreso donde las mayorías se opondrán a la intención de quien, a través de sus intervenciones, ha demostrado una gran confusión acerca del futuro que le espera a la hasta ahora sólida economía peruana. Por el contrario, si la señora Fujimori es la ganadora, es de esperar que negocie para asegurar su gobernabilidad, aunque es posible que la justicia actúe contra ella en los procesos que le tiene abiertos.

Son pues muchos los interrogantes que empieza a dejar una elección cuyos resultados oficiales se conocerán en las próximas horas. Cuando la Oficina Nacional de Procesos Electorales emita el acta respectiva, se sabrá cuál es el futuro que tendrán las instituciones en el Perú, donde la política tradicional ya demostró hasta la saciedad el fracaso causado por la corrupción y el clientelismo que se apoderaron de su Estado. Es un fenómeno que se repite en América y destruye la credibilidad y la legitimidad de la democracia y de la política.