Opinión

De la tristeza a la alegría

¿Y dónde está el resucitado? Está en los sacramentos, especialmente la Eucaristía, está en su Palabra revelada, luz en nuestro caminar

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Periódico El País
Periódico El País | Foto: El País

23 de abr de 2023, 04:15 a. m.

Actualizado el 23 de abr de 2023, 04:15 a. m.

“El relato de los dos discípulos que regresan de Jerusalén a la aldea de Emaús responde a una inquietud vital de la comunidad del Resucitado: ¿Dónde encontraremos a Jesús después de su resurrección si, al subir al cielo, ya no estará con nosotros?” (Luc. 24, 13-35. Comentario. Biblia de la Iglesia en América, PPC).

Tristeza y desolación experimentaban los discípulos ante la muerte en cruz de su líder, Jesús. Su proyecto de liberación lo creen frustrado, pues estaban convencidos de que el liderazgo que animaba su Maestro era sólo de tinte político y humano. Pero no. Ya Jesús lo había dicho en el juicio ante Pilato: “Mi reino no es de aquí”. Porque no habían conocido en plenitud a Jesús, el sentimiento de tristeza por su partida era tan fuerte. Sus proyectos, inicialmente, no se podrían cumplir.

Ellos, que seguramente habían estado junto a Jesús mucho tiempo y habían sido testigos de sus palabras, de sus signos y de sus milagros, no habían logrado entender cuál era su misión. Solo, cuando lo escuchan y comparten la mesa, para reconocerlo vivo en medio de ellos, entienden lo profundo de sus palabras. Jesús vive, venció la muerte. Es bueno destacar en este pasaje de los peregrinos de Emaús que aparecen una serie de signos que nos ayudan al encuentro con Jesús, con el Resucitado: el caminar juntos, la escucha de la palabra, la acogida al peregrino desconocido, la fracción de pan, el testimonio.

Podríamos decir que, en este tiempo de Pascua, estamos siendo invitados de nuevo a caminar con el ‘conocido – desconocido’, con Jesús que se hace el encontradizo para abrir nuestras mentes y corazones y decirnos que la tristeza ya no tiene cabida en quien cree en él, pues esta fe, que se nutre con la Eucaristía (fracción del pan), es fuente de vida y salvación.

Cómo se vuelve de necesario que podamos darnos cuenta de que el único que nos puede librar de las tristezas a que nos llevan las incertidumbres de estos tiempos, es el victorioso Jesús. Somos peregrinos, y como los peregrinos de Emaús, sea Él quien nos acompañe para decirnos, que no debemos temer y que debemos también asumir con gozo la misión de ser testigos de su triunfo, de su resurrección.

¿Y dónde está el resucitado? Está en los sacramentos, especialmente la Eucaristía, está en su Palabra revelada, luz en nuestro caminar, está en el pobre, en el que sufre, en el frágil y en los vulnerables, está en los ricos. Está en todos, aun en aquellos que le den la espalda. Ser uno de los peregrinos de Emaús, significará ser capaces de interpretar el ardor del corazón, y hacernos testigos de la buena noticia de la salvación, de la vida nueva que nos ha regalado. ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

Mensaje escrito por el Arzobispo de Cali y sus obispos auxiliares para los lectores de El País.

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