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Cuatro torres

La Torre de Cali, del arquitecto colombiano Jaime Vélez, tiene 186 m de altura y finaliza con un conjunto de antenas, superando los 150 m del Edificio Avianca en Bogotá

9 de mayo de 2024 Por: Benjamin Barney Caldas

Sevilla y Cali son dos ciudades que comparten no pocas tradiciones urbanas y arquitectónicas y además una singular y pertinente historia de torres. Primero fue allá, a finales del siglo xii, la muy conocida Giralda y, seis siglos después, aquí la ignorada Torre Mudéjar, el campanario de la iglesia vieja de san Francisco; las dos derivadas de los alminares de planta cuadrada de las mezquitas del islam occidental y no redonda como en las del oriente. Y, tres siglos más tarde, aquí La Torre de Cali, de moderna planta rectangular, y allá, tres décadas después, La torre Sevilla, cuya planta circular, sin mayor duda es redonda solamente para diferenciarse de La Giralda aunque esta esté muy lejos.

La Giralda es el nombre del campanario de la catedral de Santa María de la Sede de la ciudad de Sevilla; tiene en total 94,69 m. de altura y su parte inferior corresponde al alminar de la antigua mezquita de la ciudad, de fines del XII, en la época almohade, la que tenía como referente el de la mezquita Kutubia de Marrakech, y es notable su rampa de caballería y sus 50,51 m de alto por 13,61 m de ancho; mientras que la parte superior es una construcción sobrepuesta en el siglo xvi, en época cristiana, de 14,39 m de alto, para albergar 24 campanas; y en su cúspide se halla la estatua de bronce que representa el Triunfo de la Fe y que tiene la función de veleta: el Giraldillo.

La Torre Mudéjar, de 23 m, en la Nueva Granada, ‘La Mudéjar’ para Diego Angulo (Historia del Arte Hispanoamericano, 1956) fue levantada entre 1764 y 1774 por Pedro Umbas, según Manuel María Buenaventura (Del Cali que se fue, 1957) un alarife musulmán, comunes entre los esclavos negros, señala Eugenio Barney (Transculturación y Mestizaje, 1977). Sin parangón, dice Ramón Gutiérrez (Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica, 1992) y la “más importante del mudéjarismo […] neogranadino” para Santiago Sebastián (Techumbres Mudéjares en la Nueva Granada, 1965) y la “más hermosa de América” (Arquitectura Colonial en Popayán y Valle del Cauca, 1965).

La Torre de Cali, del arquitecto colombiano Jaime Vélez, tiene 186 m de altura y finaliza con un conjunto de antenas, superando los 150 m del Edificio Avianca en Bogotá; es la más alta de toda la región y se construyó de 1978 a 1984; sus fachadas, expuestas al sol todo el año, son en gran parte de vidrio resaltando así su expresión moderna. Por su parte, La Torre Sevilla, del arquitecto argentino, César Pelli, autor de varias torres emblemáticas, tiene 180,5 m siendo la más alta de Andalucía, y se construyó del 2008 al 2016; resguardarla del sol con lamas horizontales y verticales que le dan sombra y personalidad contribuyó a darle carácter: “Un hito delgado, vertical y muy animado” dice Pelli.

Pero si allá no se levantaron más altas torres, aquí la ciudad se invade cada vez más con esos sosos edificios altos que llaman ‘torres’, aunque no lo sean, y ahora pensando en los rascacielos norteamericanos. Aquí la Torre Mudéjar es la construcción más representativa de Cali, en tanto principal hito histórico de la ciudad fundacional, y la Torre de Cali lo es de su Centro Ampliado; allá La Giralda es el hito histórico, arquitectónico y urbano de toda Sevilla y existen réplicas y edificios inspirados en ella en España y en varios otros países del mundo, pero la Torre Sevilla ni siquiera lo alcanzó a ser de la Exposición Universal de Sevilla de 1992 que fue la que la originó.

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