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Monseñor Luis Fernando Rodríguez, Arzobispo de Cali. | Foto: Arquidiócesis de Cali

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Con la ayuda del Espíritu Santo

El problema de muchos es que creen confiar solo en sus propias fuerzas, en sus propias energías; se creen sabios, pero en el fondo son necios

28 de mayo de 2023 Por: Arquidiócesis de Cali

Por: monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, arzobispo de Cali

“Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo… entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento”.

Con la solemnidad de Pentecostés se cierra el tiempo pascual en la Iglesia católica. Se da inicio a la era del Espíritu Santo, el mismo que Jesús prometió enviar a sus discípulos y a la Iglesia después de su ascensión al cielo.

Hoy también en el mundo y la Iglesia, necesitamos de la luz del Espíritu Santo, para que, con sus dones, en especial el de la sabiduría, podamos comprender, “cuál es la amplitud y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo, amor que supera todo saber humano… a Dios que actúa en nosotros y tiene poder sobre todas las cosas para hacer mucho más que cuanto podemos pedir o pensar” (Ef. 3, 18 – 19).

En la era del Espíritu Santo que vivimos él está en medio de todos, más aún, está en el corazón de cada uno. Por eso mismo, lo que nos toca hacer es dejar que ese Espíritu haga bien su tarea, actúe, nos haga personas nuevas y así, actuando según su voluntad, podamos también ser artífices de un mundo nuevo. Es que el Espíritu todo lo renueva, todo lo hace nuevo.

El problema de muchos es que creen confiar solo en sus propias fuerzas, en sus propias energías; se creen sabios, pero en el fondo son necios. Es que la sabiduría no es tanto un llenarse de conocimientos, es saber vivir en el espíritu, como hombres y mujeres de bien, incluso más allá de cualquier confesión religiosa.

En este día de pentecostés, imploramos de Dios que nos envíe su santo espíritu, para que los que gobiernan los pueblos, los líderes del mundo, y los que habitamos este planeta, logremos derribar los muros que nos dividen. Con el profeta Ezequiel pedimos también para que el Señor pueda arrancar de todos el corazón de piedra, y nos dé un corazón de carne que nos permita mirarnos de frente a los ojos y valorar y respetar la diferencia, y con el fuego del amor, aportemos a la solución de los grandes problemas que nos quejan.

Que recibamos el Espíritu de la verdad. En un mundo dominado por la mentira, cuánto requerimos de quién nos ayude a escudriñar la verdad que no nos deje perder del camino correcto. El Espíritu nos ayuda a poner la mirada en lo alto del cielo, para que sintiéndonos espirituales, seamos capaces de valorar las cosas del mundo en su justa medida.

A creyentes y no creyentes les invito a que no dejen nunca de esperar y confiar en el Espíritu Santo, don de Dios Padre, a través de su Hijo, como ayuda para hacernos sabios y santos. Invóquenlo siempre, él viene a aquel que lo pide.

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