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El futuro de nuestras democracias

Las motivaciones de estos nuevos electores coinciden en la falta de oportunidades de educación calificada, de empleo, salud, la desigualdad y la falta de espacios para su participación.

28 de enero de 2023 Por: Claudia Blum

Para nadie es ajeno que los gobiernos de izquierda en nuestros países latinoamericanos están enfocados en promover cambios sociales integrales. Las debilidades de la democracia, de los partidos políticos, las profundas desigualdades, el cambio climático y la crisis económica mundial con situaciones derivadas de la alta inflación, tasas de interés y deuda externa, han llevado a los gobernantes a plantear reformas para aliviar las situaciones de inequidad y extrema pobreza. La izquierda se ha fortalecido además en medio de problemas endémicos como la corrupción, el clientelismo, el populismo, la exclusión en la participación política, la desatención a la oposición, y cuestionamientos a diferentes liderazgos. Son realidades que abrieron espacios a nuevos discursos y alimentan las expectativas de cambio.

Las victorias de Lula en Brasil, Castillo-Boluarte en Perú, Boric en Chile y Petro en Colombia y, antes, las de Fernández en Argentina y López Obrador en México demuestran ese viraje de los electores hacia la izquierda, en especial la población joven. En Chile los menores de 30 años incrementaron su participación del 35 al 45% en la última elección, en Perú los votantes entre 18 y 29 años representaron el 27% de los votos, en Brasil las inscripciones de los jóvenes crecieron en un 51% en la pasada elección presidencial, y en Colombia los ciudadanos de 18 a 26 años pasaron del 13 al 19%.

Las motivaciones de estos nuevos electores coinciden en la falta de oportunidades de educación calificada, de empleo, salud, la desigualdad y la falta de espacios para su participación. Es necesario que los líderes elegidos interpreten el hoy y el ahora, y que escuchen a los jóvenes para atender sus preocupaciones como corresponde. Y que respondan a las expectativas sociales sin debilitar la democracia, evitando la visión autoritaria que impuso la izquierda radical en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
En cuanto al nuevo panorama político, es temprano para tener resultados y aún no vislumbramos señales de soluciones frente a los complejos desafíos que padecemos. Tenemos la misión de avanzar hacia un desarrollo sostenible en el que falta mucho por recorrer. Para esto, el robustecimiento de las políticas económicas, ambientales y sociales con visión integral es determinante para que los beneficios del crecimiento lleguen hasta los sectores más vulnerables y exista mayor equidad.
Tristemente, cuando la izquierda cae en visiones populistas e ideologizadas no ayuda a solucionar los problemas. Esto ocurre, por ejemplo, cuando por razones dogmáticas o demagógicas se plantea acabar con los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), sin tener en cuenta los efectos de esa medida en la seguridad energética o frente a los ingresos de un Estado urgido de recursos para financiar las inversiones sociales. O cuando por pragmatismo electoral se impulsan reformas políticas que no ponen fin a los modelos clientelistas, ni a las microempresas electorales que debilitarán más a partidos que han perdido sus principios.
El fortalecimiento de nuestras democracias también implica que el Estado facilite la participación de los ciudadanos en las decisiones que los afecten. Esta será fundamental frente a los proyectos sociales y económicos de trascendencia que en febrero se radicarán en el Congreso, como el Plan Nacional de Desarrollo, las reformas a la salud, las pensiones, la educación, y en el campo laboral y penal, y en la fase final de la reforma política. Si el Gobierno promueve los consensos esenciales en estos temas, podrá reforzar la institucionalidad y vigorizar una gobernabilidad responsable. Invito a los ciudadanos a que estudien los contenidos de estas iniciativas para que tomen posiciones y aporten en su construcción colectiva. Esa actitud es perentoria para cimentar sociedades más justas, incluyentes e igualitarias.