China - Colombia

Las relaciones Colombia-China comenzaron muy bien. Nuestro primer Embajador fue Julio Mario Santodomingo. Así se daba una importante señal del significado que Colombia quería darle a esa relación. Algunos de nuestros representantes diplomáticos han permanecido por un tiempo apreciable, otra manera de indicar nuestro interés. Álvaro Escallón Villa fue uno de esos Embajadores que buscaron intensificar las relaciones y que desempeñaron la representación durante más de cuatro años.

Con todo, hay que reconocer que Colombia ha sido el país que menos se ha beneficiado de las importantes inversiones de la China o de los préstamos financieros que en un tiempo inundaron la región. En algún momento se dijo que el mejor ministro de Hacienda en la América Latina había sido la China.

Cuando se comparan los préstamos financieros que algunos países recibieron, Venezuela por ejemplo, queda en evidencia el enorme interés de la China por la América Latina. La presencia de muy diverso orden en nuestra región ha desbordado la de los Estados Unidos. Las inversiones en infraestructura, construcción de ferrocarriles, de puertos marítimos, la penetración del sistema de telecomunicaciones, la construcción de autopistas, la explotación minera… es interminable, la descripción de los diversos sectores con los cuales China se ha involucrado.

Tan solo dos países no exhibían hasta hace ocho años una presencia tan impresionante de la China. México y Colombia. ¿Por qué? Recuerdo alguna explicación que hace quizás más de una década le escuché a un muy alto funcionario del Departamento de Estado, quien manifestó que Estados Unidos no objetaba esa presencia abrumadora de China y que tan solo esperaba que China no interfiriera en asuntos políticos. Todo parece haber sido así, aunque entiendo que la Administración Biden sí ha expresado su preocupación. Los países centroamericanos, algunos todavía con relaciones diplomáticas con Taiwán, recibieron también la financiación de proyectos estratégicos. Y, en los últimos años, las islas del Caribe no han sido ajenas a esta enorme incidencia de China.

Creo que durante la Administración de Iván Duque se produjeron algunos cambios y pienso que la así denominada “diplomacia de la vacuna” le facilitó a la China un ambiente más favorable que es el que ahora ha buscado aprovechar el presidente Gustavo Petro.

Se sabe que no toda la relación financiera, comercial y de inversión de la China funciona apropiadamente. Los estudios que se han hecho exhiben casos de corrupción y de ineficiencia. No son pocos los proyectos que han fracasado y los ejemplos están a la vista en varios países. El proyecto más significativo en Colombia es el de la construcción del Metro de Bogotá. Y es deplorable que el desacuerdo entre la Presidencia y la Alcaldía con respecto a si el metro debe ser subterráneo o aéreo se haya llevado hasta la China. Según le escuché a la señora alcaldesa, Claudia López, en una enérgica respuesta al presidente Petro, el gobierno chino como tal no se inmiscuyó en este debate y el Presidente lo tramitó con los funcionarios de la empresa que adelanta su construcción.

Es buena cosa que la naturaleza de la relación diplomática haya recibido un tratamiento superior, aunque es inferior al que tienen buena parte de los países de la región. Se reconoce que la relación comercial ha sido óptima.