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¿El bien germina ya?

1. ¿Oh gloria inmarcesible? El jueves pasado tuvimos una sorpresa. Una...

30 de septiembre de 2015 Por: Carlos Mejía Gómez

1. ¿Oh gloria inmarcesible? El jueves pasado tuvimos una sorpresa. Una grata sorpresa, diría yo. No pensé que en dos meses se hubiera podido estructurar algo tan complejo. La Jurisdicción Especial para la Paz fue, sin duda, un logro brillante. Tanto, que bastantes connacionales pensaron que ya se había pactado la paz para Colombia. Muchos entonaron la parte inicial de nuestro himno patrio: “¡Oh gloria inmarcesible!”. Incluso en el ámbito internacional se ha pensado que nuestro país salió ya de más de cincuenta años de confrontación sangrienta.Me parece innegable este paso fundamental. Las explicaciones que le he escuchado y leído al exmagistrado Manuel José Cepeda han sido didácticas, serias y sólidas. Esperemos que sea plenamente cierto que no se dará impunidad. Los que sean acusados y no acepten la verdad de sus crímenes tendrán veinte años de cárcel. Los que acepten las sindicaciones tendrán restricción de la libertad de cinco a ocho años. No será en cárceles comunes sino en lugares vigilados y protegidos. Hay que comprender que nadie sale de cincuenta años de monte para que lo encierren por años de años entre rejas. Allí, pues, tiene que haber verdad. Y verdad es exigencia fundamental de las víctimas. Pero debe haber reparación y restauración mediante actividades que también les impliquen resarcimiento.2. ¡Oh júbilo inmortal! Me sorprendió la seguridad con que los juristas que estructuraron la Jurisdicción Especial para la Paz garantizan que la guerrilla se acogió al documento suscrito en La Habana. Que lo leyeron, lo entendieron, lo asimilaron y lo aceptaron. Por supuesto que a uno le quedan preguntas importantes. Pero hay que registrar las respuestas. Por supuesto que no es asunto sencillo la forma de integración del Tribunal y de sus demás cuerpos. Pero habrá que confiar en que se trate de una figura de orden institucional: el gran juez tendrá que ser el Estado y los victimarios no podrán participar en la designación de sus propios jueces. No todo lo podemos suponer con pesimismo. Antes del jueves yo no era muy optimista. Confieso que ahora observo el proceso hacia la paz con mayor respeto y seguridad. Aún sin entrar en mil detalles que no están al alcance de todo el mundo. Pienso que el país tiene ahora una nueva esperanzada perspectiva. ¡Oh júbilo inmortal!3. ¡En surcos de dolores! Los colombianos hemos sufrido tanto y merecemos tanto una nueva vida que debemos ponerle a la cabeza una buena porción de corazón. Queremos y necesitamos vivir en paz. La paz que no conocemos muchas generaciones sumidas en la guerra. Ojalá la guerrilla ¡por una vez! sea sensata y aproveche la ocasión que le da esta patria que tanto tiempo ha mal vivido en “surcos de dolores”.4. ¡El bien germina ya! No conocemos la paz. Tantas veces la guerrilla nos ha desilusionado…. Vanas han sido varias ilusiones. Han actuado como habitantes de otros planetas: sin sangre en las venas, sin corazón en el cuerpo, sin neuronas en el cerebro, sin vida en el alma. Pero la realidad les ha demostrado que su sino es pactar o morir. Nadie quiere un muerto más. De ningún lado. Necesitamos que, por fin ¡el bien germine ya! Ojalá logremos una buena paz: la paz perfecta es imposible. Una paz que nos vuelva a permitir salir al sol y al aire y pescar de noche.