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¿Feliz año 2016?

Si no fuera por la extraña costumbre de desearnos todos “feliz año”,...

24 de enero de 2016 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Si no fuera por la extraña costumbre de desearnos todos “feliz año”, en cualquier año, no creería yo que va a ser muy feliz para nadie; supongo, sin embargo, que durante la Guerra de los Mil Días todos los colombianos expresaban los mismos deseos en Palonegro o Peralonso.Los curas, encabezados por el Papa, hacen frecuentes llamados a la paz y esto nos muestra que en efecto el país ha cambiado, y para mejor en muchos aspectos.En efecto la iglesia, aliada con conservadores ricos y pobres, siempre predicó a favor de la violencia contra los enemigos de Cristo y de Laureano Gómez; poco antes de que nos incendiaran la casa, el obispo de Santa Rosa de Osos exclamó en pleno sermón que “a la culebra había que matarla cortándole la cabeza” y el 6 de septiembre de 1952 las huestes de los nuevos cruzados trataron de asesinarnos y al final se contentaron con reducir a cenizas nuestras pertenencias ¿El 1 de enero de 1952 nos desearon feliz año? Seguro que sí y no nos acordamos de recordar esas palabras tontas pese a una bomba premonitoria que lanzaron al jardín en julio de 1952.La Iglesia Católica, aliada de terratenientes, negreros y otros ricos de dudosa procedencia, siguió las enseñanzas de Constantino y del Concilio de Nicea: apoya el poder civil, de cualquiera modo, y recibe a cambio riquezas terrestres y poder político absoluto. Y por eso la Iglesia es romana, lo cual no tiene sentido si no fuera porque el Imperio Romano Germánico la compró con palacios, catedrales y otras prebendas.Recordemos que Cristo era judío y nunca fue a Roma auncuando sí nació y murió bajo el yugo de los invasores. San Pedro, por razones que desconocemos realmente, pues Constantino se inventó la explicación oficial, insistió en ir a Roma y allí lo crucificaron boca abajo, tormento atroz que ilustró ‘Quo Vadis’, libro que todos leímos en nuestra infancia.Por otro lado, está claro que pese a Pentecostés y a que el Espíritu Santo puso a hablar en idiomas extranjeros a los 12 apóstoles, ninguno de esos ignorantes hablaba nada diferente al arameo, lo cual prueba a cabalidad que los evangelios no fueron escritos por los discípulos sino por otros “cristianos” de mente árabe -calurosa pues son, en su género, algo similar a Las Mil y Una Noches, llenos de las fantasías de Scheherezade: la resurrección de los muertos, los panes y los peces, las bodas de Canaán, las clases que el niño de 4 o 5 años dio a los rabinos en el templo, la asunción de la virgen en cuerpo y alma (fantasía posterior gracias a Pio IX) y la intervención del Arcángel San Gabriel en la concepción de Jesús.En fin de cuentas, en ese entonces árabes y judíos eran semitas y fantasiosos. Saramago en su libro ‘El evangelio según Jesucristo’ expresa mucho de lo anterior y al final nos deja un Jesús más humano, más cercano a nosotros que aquel que aparece y desaparece, muere entre atroces sufrimientos y resucita al tercer día, sube al cielo y de vez en cuando aparece para asustar a sus atónitos discípulos.Desde muy joven me fastidiaron los curas en general y ahora diré que me he reconciliado con el Papa, el Padre Llano, los teólogos Boff y Küng y los jesuitas a quienes por alguna razón expulsaron del Nuevo Reino y de Colombia, Carlos III y el general Mosquera.Por cierto que mi tío abuelo Carlos Alberto Lleras Acosta fue jesuita pero desarrolló una paranoia contra la Orden y se volvió “de rueda suelta”; fue un notable educador. monseñor Rudesindo López Lleras, primo de mi padre, dio guerra y fue un canonista celebre. En cuanto a los parientes Briseño, fueron todos jesuitas y las mujeres monjas ¿Podría decirse que soy un agnóstico rodeado genealógicamente de curas? Hay dos que no olvido: uno, muy torpe, que me excomulgó en Neiva en 1949 después de denominarme “pichón de politiquero”; el otro, un dominicano que insultó a mi padre en la clase de religión del Liceo Francés.No lo sé pero este año no va a ser feliz para nadie, salvo para Santos que es un inconsciente. ¿Ayudarán los rezos? Más vale ensayar.