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Repensar a Cali

Arranca la campaña electoral para la Alcaldía de Cali y hay quien...

16 de enero de 2015 Por: Carlos Jiménez

Arranca la campaña electoral para la Alcaldía de Cali y hay quien enumera hasta una docena de candidatos, mientras la publicación Caliescribe acoge a un colectivo de profesionales -en el que destaca Benjamín Barney- que quiere debatir qué es lo que queremos hacer de Cali antes de definir quiénes ejercerán desde el Concejo y la Alcaldía el liderazgo político encargado de realizar el programa que surja de dichos debates. Yo estoy de acuerdo con esta última propuesta porque su solo planteamiento invita a replantearse la naturaleza y los fines del gobierno de nuestra ciudad desde una perspectiva distinta a la de la simple administración prudente de recursos financieros siempre insuficientes.Igualmente distinta de la muy arraigada creencia en que lo mejor que pueden hacer quienes nos gobiernan es financiar los tópicos de Cali capital deportiva y de Cali capital de mundial de la salsa. No niego que la administración racional y bien auditada sea indispensable y tampoco desdeño la reivindicación de esas capitalidades que a tantos alegra y enorgullece. Y que incluso traen beneficios contantes y sonantes. Pero creo que Cali ya es lo suficientemente mayorcita como para darse cuenta que sus potencialidades y recursos humanos están siendo infrautilizados cuando no dilapidados por la ausencia de una auténtica estrategia de desarrollo que ponga el énfasis en la producción y no tanto en el consumo, en lo que hacemos y no tanto en lo que compramos. Porque producir, producimos poco y prácticamente lo mismo que producíamos hace medio siglo, justamente cuanto nuestra afamada feria decembrina se inauguró como feria de la caña de azúcar. Ya es hora de que dejemos de engolosinarnos con el manjar blanco, el pandeyuca y el Blanco del Valle y que pensemos seriamente en reindustrializarnos y en dar por fin el salto a la sociedad del conocimiento y la información que exigen estos tiempos. Y que pensemos igualmente en el hecho de que solo lograremos estos objetivos estratégicos mediante una enérgica intervención pública, respaldada por un vigoroso y consciente apoyo ciudadano, porque si dejamos su realización exclusivamente en manos de la libre empresa nos seguirá pasando lo que nos viene pasando. O sea que las nuevas fábricas y los productivos laboratorios y centros de investigación siguen sin aparecer y su lugar seguirá siendo ocupado por los centros comerciales y las marcas extranjeras.

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