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La intrépida Laura

Historia de una traición, crónica de aquellos años en los que el M fue el protagonista indiscutido de la política nacional y que concluyeron con el asalto al Palacio de Justicia.

8 de diciembre de 2022 Por: Carlos Jiménez

Confieso que no he podido ni puedo leer ninguna de las novelas de Laura Restrepo sin dejar de pensar quién es ella y sobre todo en lo que ha hecho en su apasionada y turbulenta vida. Ella es lo que se llama una ‘niña bien’, de ‘buena familia’, nacida en Bogotá y de ancestros paisas, que en precoz cumplimiento del destino reservado a su clase se casó en primeras nupcias con alguien de su clase. Pero si ese primer matrimonio fracasó fue sin duda porque Laura no estaba hecha para el plácido sedentarismo familiar.

Lo suyo es la aventura y el riesgo, la exposición de su vida y su trabajo a situaciones límites. Como cuando se comprometió, junto con otros intelectuales de su generación, en el apoyo decido al M-19, que dio lugar a su primer libro Historia de una traición, crónica de aquellos años en los que el M fue el protagonista indiscutido de la política nacional y que concluyeron con el asalto al Palacio de Justicia. Y con el abrupto descubrimiento de que quien manda en definitiva no es el presidente sino los generales.

Pronto, sin embargo, el fervor político cedió su primacía a la pulsión literaria y ella puso en marcha con igual decisión su fecunda y exitosa carrera literaria. En la que su afinidad con las situaciones extremas la llevó a escribir una novela sobre una isla remota de México habitada por mujeres, sobre las querellas sangrientas entre clanes guajiros, sobre las putas de Barrancabermeja, sobre una mujer loca o sobre un asesino de la clase alta bogotana.

Canción de antiguos amantes, su más reciente novela, también se sitúa en una zona de alto riesgo: Yemen, un país inmerso desde hace décadas en una guerra civil interminable. Allí fue Laura de la mano de Médicos sin frontera, pero en vez de escribir una crónica novelada de las desgracias ajenas, como lo hizo en veces anteriores, escribió una novela con todas las letras, que deja claro que lo que la movió a emprender este viaje arriesgado fue su deseo de apoderarse de la leyenda de la reina de Saba.

Para ofrecer una versión de la misma capaz de competir con las que imaginaron o compusieron escritores como Flaubert, Baudelaire o Gerard de Nerval, ninguna probablemente tan feminista como la suya. Ni tan erótica. Porque, como advierte el título, esta novela rinde tributo en última instancia a los amantes más antiguos de esta larguísima saga: el rey Salomón y la reina de Saba. Y su canto al Cantar de los cantares.

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