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La lucha contra la corrupción

La contribución ciudadana consiste en rechazar las conductas antisociales cotidianas

22 de octubre de 2017 Por: Carlos E. Climent

Mientras la justicia sigue encarcelando criminales de todas las layas que esperamos cumplan las más severas condenas, hay algo que el ciudadano puede hacer, si lo desea, sin necesidad de presupuesto alguno. Se trata de volverse experto en identificar el germen de la corrupción representado en las conductas antisociales enquistadas en la vida cotidiana de tantas familias. Pues si no se las reconoce, se las minimiza y en consecuencia no se puede actuar sobre ellas.

Su adecuado reconocimiento permite abrir los ojos al respecto de esos comportamientos, para así confrontarlos y rechazarlos. Al tiempo que se alerta a las personas a cuidarse de aquellos sujetos con rasgos tan destructivos de la personalidad.

Esta acción puede representar el granito de arena ciudadano para oponerse a la avalancha criminal más grande de la historia.

Se trata de recordar lo que siempre se ha reconocido como fundamental; que los niños aprenden a respetar los derechos de los demás desde muy pequeños. En consecuencia hay que insistir en que no se debe enseñar que “ventajear al otro” es lo deseable. Así como tampoco se deben buscar ventajas que violen las leyes, como ofrecer dinero para evitar una multa de tránsito; o considerar los sobornos como algo normal, porque “todo el mundo lo hace”.

Rechazar los comportamientos irrespetuosos de las normas sociales, vengan de donde vengan, pues son las representaciones abominables de la incultura ciudadana.

Aceptar que todos somos en alguna medida responsables del caos moral que vive el país, por acción u omisión, por haber sido tan tolerantes con las faltas cotidianas contra la ética y el civismo. En consecuencia, todos debemos ser parte integral de su solución asumiendo posiciones críticas al respecto de las conductas que van deformando la conciencia moral.
Recordar que la mayoría de los transgresores tienen un largo historial de:

* Violación de las leyes, normas y derechos de los demás, desde lo (aparentemente) más pequeño.

* Irresponsabilidad en variadas circunstancias, sea familiares, románticas, sexuales, sociales, laborales o comerciales.

* Negación descarada de la autoría de sus actos, pues según ellos “nunca tienen la culpa de nada”.

* Rectitud cuando están bajo vigilancia. Pero si nadie los está observando engañan,  mienten, manipulan o son indelicados.

* Frialdad. Incapacidad de sufrir y de tener sentimientos genuinos de pesar por los demás; así ellos hayan causado el daño.

* Discursos impecables que utilizan para seducir a víctimas ingenuas.

* Expertos en identificar las debilidades de los demás y explotarlos a su favor.

* Abuso con los allegados que les brindan la oportunidad.

En resumen se trata de crear conciencia al respecto de rasgos característicos de la personalidad de ciertos allegados, para poner en alerta a sus víctimas potenciales antes de que cometan el atropello.
Entendiendo que la gran dificultad para identificar a estos personajes es que son hipócritas con gran capacidad para disimular. Condiciones que los han ido convirtiendo en manipuladores profesionales.

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