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Informe final de la Comisión de la Verdad

Este desgarrador documento es una invitación a la esperanza, a dejar de odiar y a terminar con la barbariee

30 de julio de 2022 Por: Vicky Perea García

“Si tuviéramos que hacer un minuto de silencio por cada víctima, tendríamos que estar callados 17 años. La sociedad entera es responsable de la confrontación armada de seis décadas y de los 9 millones de víctimas. Esto representa un 20 % de la población colombiana”. (Francisco de Roux)

La empresa gigantesca de tratar de revelar la verdad de lo que ha sido la confrontación armada de más de seis décadas y de lo ocurrido en un país tan complejo y con “tantas verdades”, revela muchos aspectos de la realidad de lo que ha ocurrido y plantea a su vez interrogantes que van a requerir investigaciones adicionales.

Cada colombiano y colombiana tiene la obligación de conocer el informe final de la comisión de la verdad, para opinar al respecto, antes de condenarlo como: “Una mentira que se ha inventado un curita mamerto”. O concluir que no le interesa porque: “¿De qué sirve conocer esa verdad si eso no va a cambiar nada?”.

La invitación no es a volver al pasado para seguir abriendo heridas, sino a conocer un aspecto muy significativo de la verdad de lo ocurrido en sesenta años de violencia, como medio para lograr la reparación indispensable, para seguir adelante y para tener esperanza en un futuro mejor.

La indiferencia ante un conflicto terrible nos hace parcialmente responsables de lo ocurrido y muy pocos pueden decir que están exonerados de toda culpa. Los colombianos sabemos quiénes son, y quiénes han sido, los principales responsables de las torturas y de los homicidios, pero los que no hemos tenido un papel en esa violencia también tenemos alguna responsabilidad. Muchos de nosotros seguimos viendo “el problema” como ajeno, como algo que no nos toca, porque es algo que ocurrió “allá lejos, en la selva”. Pero lo que también estamos viendo, es que cada vez la violencia nos toca más cerca.

Es posible que la resistencia al informe, y la apatía de la población ante un conflicto brutal, esté asociada (además de las obvias razones políticas que no se discuten en este espacio) a una multitud de factores, entre los que cabe destacar algunos:

*La falacia de nuestra inocencia. Es creer que no somos responsables (en alguna medida) de esa tragedia.

*El informe representa una confrontación demasiado dura con el horror que han vivido nueve millones de compatriotas durante más de sesenta años. Informarse de esa atrocidad es algo muy doloroso y es explicable que muchos no quieran molestarse.

*Existe una gran indiferencia: “Si el problema no me toca directamente, no me importa”. Los que somos privilegiados podemos vivir relativamente cómodos sin conmovernos ni dejarnos afectar por el sufrimiento de grandes segmentos de la población.

*La gente por regla general lee poco, y asumir que la mayoría de la población se va a leer un documento triste y angustiante de más de 1200 páginas es poco realista. Pero leerse apartes es una excelente opción y una forma de empezar un necesarísimo proceso de sensibilización.

Mientras se ahonda en los aspectos que el informe actual no alcanzó a cubrir, es preciso hacer un mayor esfuerzo para que lo esencial del informe entregado llegue a más personas a través de mensajes auténticos, inequívocos y concretos.

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