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Tiempo de gracia

Es tan impactante esta historia del coronavirus que nos ha dado material más que suficiente para pensar y para hablar, y hasta para reflexionar lo que pensamos.

28 de junio de 2020 Por: Arquidiócesis de Cali

Es tan impactante esta historia del coronavirus que nos ha dado material más que suficiente para pensar y para hablar, y hasta para reflexionar lo que pensamos. Lástima que durante este tiempo se han presentado situaciones que nos llevan a pensar que la pandemia no ha llevado a muchos a un cambio positivo de vida. Me refiero, no a la gente que mira a Dios como el centro de su vida, pues seguirán así y crecerán en su amor; ni a quienes con un laicismo un poco trasnochado, están preocupados porque nuestras autoridades hablan de Dios o de oración, cuando, piensan ellos, Dios no es más que un engaño, una mentira, lo mismo que dicen algunos del coronavirus; sin embargo ahí están ambos, Dios y el virus, con la diferencia de que para este gran mal se busca desesperadamente una vacuna, mientras que Dios, el gran Bien, estará siempre vivo, invitándonos a vivir una vida nueva y unidos mejorar el mundo que Él nos dio.

Este cambio depende de cada uno, Dios nos da su luz, su fuerza, pero cada uno decide si lo acepta en su vida. La propuesta del Señor está siempre viva, aunque nosotros sigamos los mismos y en las mismas; inclusive, aunque saquemos videos con mensajes maravillosos que terminan prácticamente en lo mismo: “Con la ayuda de Dios, vamos a ser mejores y haremos mejor nuestro universo”. Dios quiere un cambio, no palabras bonitas.

Dios creó este mundo maravilloso para nuestro bien, ahora la pandemia nos ha llevado a pensar en todo el mal que hemos hecho, tanto a la naturaleza como a las personas: el miedo a la muerte que trae consigo el virus nos encerró, y es en ese encierro donde “muchos”, “supuestamente” hemos sentido un nuevo aire o la necesidad de estar unidos, preocupados por los demás para poder contrarrestar el mal. Lástima que cuando se presenta cualquier oportunidad, sale a flote el pecado que está vivo en nosotros, la imprudencia, la rumba, la violencia. Se cumple la Palabra de Señor: ¿Acaso no saben ustedes que todos los bautizados nos unimos con Cristo Jesús? En realidad fuimos bautizados para participar en su muerte. Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él, a fin de que, así como Él resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva.

Aprovechemos este tiempo de gracia. Maravilloso todo lo bueno adquirido, pero que no nos quede la tristeza de no haber luchado contra el virus del egoísmo, de la falta de amor. Si tenemos fe sentiremos más alegría al encontrar a Dios, que saliendo a comprar por el aliciente del descuento del IVA. Aprovechemos este tiempo. Dios nos ama y si lo acogemos nos llenará de bendiciones.

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