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Permanecer en vela en estos tiempos

El mundo se nos presenta en las actuales circunstancias, como una realidad ‘inestable y tensa’.

29 de noviembre de 2020 Por: Arquidiócesis de Cali

El mundo se nos presenta en las actuales circunstancias, como una realidad ‘inestable y tensa’. El ser humano, como individuo conectado con la presencia viviente de un Dios que camina a nuestro lado a través de los hilos de la historia, debe ser consecuente con dicha conexión. Dar crédito a la acción de Dios en cada momento en el que los seres humanos, hijos de Dios, son estremecidos por la acción de un mundo lleno de fulgurantes espejismos, se hace necesario para combatir la tóxica distracción que no permite el enfoque efectivo para la comunión universal entre el hombre y Dios, quien como Padre acompaña a sus hijos aún en medio de sus profundas contradicciones.

En este inicio de un nuevo año litúrgico, una vez más, Isaías nos regala la visión de ese Dios que ejerce su paternidad amorosa, frente a “los que esperan”. Aunque no todos esperan de la mejor forma posible, pues las distracciones que llevan al pecado, los alejan de la gracia de Dios que santifica. Aun así, Dios acompaña a su pueblo, esperando que seamos “arcilla” para moldearnos y conducirnos a la plenitud de vida. Desde esta perspectiva, nuestro mundo debe volver la mirada a este Dios que quiere ser nuestro alfarero, para con ello, lograr convertirnos en seres humanos configurados armónicamente desde esa “comunión de vida, con su Hijo Jesucristo”.

Todo este propósito salvífico, debe entonces colocarnos en actitud expectante para no desviarnos de los designios divinos. En este tiempo complejo, donde la realidad de la pandemia, además de los otros dramas humanos vividos en este 2020 tan turbulento, debemos retomar el camino, clamar a Dios su intervención liberadora, para sanear un mundo y el hombre en él, desde miradas más acogedoras, fraternizantes y llenas de dignidad.

Después de tantos momentos difíciles vividos en este tiempo, Jesús en el evangelio de Marcos nos da la oportunidad de trabajar por el reino, mientras Él regresa. Hagamos la tarea con diligencia, animando a nuestras comunidades a crear nuevas relaciones, esforzándonos por reconfigurar nuevos modos de humanidad, al estilo de Jesús. “Estar en Vela”, no se trata de quedarnos esperando que del cielo lleguen las bendiciones, se trata más bien de activar un proyecto salvífico inspirado en las enseñanzas de Cristo y que con ello logremos hacer frente a estos tiempos pandémicos, donde el miedo y el pesimismo quieren quedarse a vivir. El Señor nos ha confiado la viña, trabajemos sin tregua por mantenerla fértil y fructífera, es la mejor manera de estar en vela. Que este nuevo año litúrgico sea una oportunidad para renovar la confianza de los que esperamos en el Señor Jesús.

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