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La puerta estrecha

En el camino hacia Jerusalén, Jesús, el maestro, responde a una curiosa...

22 de agosto de 2010 Por: Arquidiócesis de Cali

En el camino hacia Jerusalén, Jesús, el maestro, responde a una curiosa inquietud de uno que pregunta si son pocos los que se van a salvar. Jesús responde y coloca la condición: “Esfuércense en entrar por la puerta estrecha” (Lucas 13, 24). Frente a la generosa y amplia llamada de Dios para que todos se salven es muy significativa la condición de cruz, de sacrificio y de muerte que nosotros debemos asumir para conquistar la auténtica salvación.Basta que contemplemos a Cristo Crucificado para comprender la exigencia radical que el mismo Señor nos está haciendo en este evangelio. “Les digo que muchos intentarán entrar y no podrán”. No podrán entrar por la carga de apegos y superficialidades que los encadenan y los frenan. Dentro de estas superficialidades están las propuestas de los supermercados de religiones que le ofrecen al hombre de hoy una espiritualidad fácil (light), una prosperidad sólo material o de consumo y una ética blanda adaptada a sus propios caprichos y vanidades.Y no es suficiente tener el nombre de cristiano para salvarse; es absolutamente necesario que la propuesta de vida se traduzca en obras de auténtica caridad con los más necesitados. La salvación y el participar de la Resurrección de Jesucristo después de la muerte se logran con una auténtica relación de amor sacrificado por Dios y por nuestros hermanos. La cruz llevada con amor hace parte de nuestro caminar cotidiano.No nos extrañemos que en el camino de la salvación Dios también utilice muchas veces la pedagogía de la corrección y el castigo. “Acepten la corrección, porque Dios los trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ningún castigo nos gusta cuando lo recibimos, sino que nos duele; pero da como fruto una vida honrada y en paz”. (Hebreos 11, 12 –13)

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